Génesis
capítulo 41 nos cuenta la historia de José, en una etapa de su vida en que fue
llevado ante el Faraón. Él fue un hombre de poca educación; siendo muy joven,
sus hermanos lo habían vendido como esclavo y fue llevado a Egipto; allí fue
echado a la cárcel por su propio amo. Pero, aunque se encontraba preso, la
Biblia señala que Jehová estaba con él. ¡Donde habitaba José, allí había
bendición! Cuando vivió en la casa de su amo, éste fue bendecido por su causa;
estando en la cárcel, el carcelero principal lo puso de mayordomo, al frente de
los presos, porque Dios estaba con él.
José
estaba en un imperio muy malo, el imperio egipcio. Él podría haberse
contaminado pero no fue así porque decidió amar a Dios. Sucedió que estando en
la cárcel, se encontró con el panadero y el copero del rey, quienes habían sido
acusados por conspirar contra el Faraón. Estos tuvieron un sueño cada uno y
José se los interpretó, y se cumplió tal cual él lo había señalado: Uno fue
restituido en su trabajo y el otro murió en la horca, más José continuó preso.
Pero
sucedió un día, que el Faraón tuvo un sueño que lo perturbó mucho y quería
saber de qué se trataba eso que había soñado. Él estaba enfrentando una
situación que lo superaba, era consciente de que había algo detrás de esos
sueños pero no sabía exactamente qué era, aún teniendo en cuenta que era una
persona sumamente preparada, ya que había sido formado en todas las ciencias,
en la economía, la salud, la producción, la agricultura y la guerra. Era
costumbre, educar a los hijos de los faraones con los mejores ayos y maestros,
y con los más entendidos en arte, ciencias. Por lo tanto el Faraón tenía
estudio y estaba muy preparado, aunque a él le sucedió lo que nos sucede a
todos, que alguna circunstancia nos atropella y no logramos entender. Nosotros
creemos que estamos preparados pero resulta que se nos presenta un imprevisto y
no sabemos qué hacer al respecto. ¿Te ha pasado también a ti? Como dice el
dicho popular, No digas, de esta agua no he de beber. ¡Tú crees que eso no te
va a pasar a ti, pero te pasa!
Se
necesita luz de Dios para entender y salir adelante ante esas circunstancias y
problemas para los cuales no estamos preparados. José no era un hombre formado,
no era muy estudiado ni capacitado pero Dios estaba con él. En cambio, el
Faraón era una persona muy preparada pero Dios no estaba con él.
Hay
cierta clase de sabiduría y conocimiento que no sirve: El que proviene del
hombre; pero el conocimiento que realmente necesitamos, es el revelado por
Dios. O sea que un Faraón muy preparado sin Dios no sirve para nada, y un José,
poco preparado, a quien Dios le alumbra el entendimiento puede salir adelante
donde el Faraón no puede.
Quiero decirte que no importa cuánto has estudiado o
aprendido, lo que necesitas cada día para enfrentar la vida y las
circunstancias es la presencia de Dios sobre ti. El hombre orgulloso no
entiende de esto, él es independiente, no necesita de la gente ni de Dios
porque cree que sabe todas las cosas. La persona orgullosa no puede ver las
cosas de Dios porque tiene su propia visión. En cambio, el humilde es
accesible, reconoce su necesidad, y sabe que sin Dios no es nada.
Génesis 41:14: Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron
apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón.
José no era un hombre muy estudiado, sólo era un esclavo, estaba preso y encima
mugriento y barbudo, mas Jehová estaba con él. Llegaron a José y le dijeron: Te
llama faraón, lávate, aféitate, péinate y cámbiate de vestido. Y lo llevaron
ante el Faraón. ¡José no tuvo tiempo ni para orar! Seguimos leyendo en Génesis
41: 15 y 16: Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo
interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos. Respondió
José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia
a Faraón. Faraón afirmó que José oía sueños y los interpretaba, mas José le
declaró que no estaba en él. ¡Esto es el sello del humilde! José sabía que sin
Dios no era nada, que si Él no lo alumbraba no tendría luz, y si no fuera por
Dios no tendría inteligencia ni perspicacia; sabía que sin el Señor no tendría
nada de nada.
Continúa
diciendo el pasaje bíblico: Entonces Faraón dijo a José: En mi sueño me
parecía que estaba a la orilla del río; y que del río subían siete vacas de
gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado. Y que otras
siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan
extenuadas, que no he visto otras semejantes en fealdad en toda la tierra de
Egipto. Y las vacas flacas y feas devoraban a las siete primeras vacas
gordas; y éstas entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubiesen
entrado, porque la apariencia de las flacas era aún mala, como al principio. Y
yo desperté. Vi también soñando, que siete espigas crecían en una misma
caña, llenas y hermosas. Y que otras siete espigas menudas, marchitas,
abatidas del viento solano, crecían después de ellas; y las espigas menudas
devoraban a las siete espigas hermosas; y lo he dicho a los magos, mas no hay
quien me lo interprete (Génesis 41:17 al 24).
Entonces José respondió al Faraón
con la gracia, con la sabiduría y la luz que Dios le dio. …El sueño de Faraón
es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer. Agregó José: Las
siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el
sueño es uno mismo. He aquí vienen siete años de gran abundancia, y tras ellos
seguirán siete años de hambre, la cual consumirá la tierra. Será tan grande la
escasez que no se notará la prosperidad que hubo. Lo mismo sucede en el sueño
de las espigas. El hecho de que Dios lo haya mostrado dos veces, significa que
es cierto y que acontecerá pronto.
Imagino
al Faraón, un hombre preparado en ciencias escuchando a José y preguntándose:
¿Dé dónde ha sacado esto? Él había llamado a todos sus agoreros, adivinos y a
quien pudiera interpretar su sueño, pero nadie pudo hacerlo. Me imagino que
estaban presentes sus ministros y sus magos, entonces Faraón se voltea hacia
ellos y pregunta: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el
espíritu de Dios?
Faraón
representa el mundo de la política que ya no sabe qué hacer con el dólar, con
la educación. Al Faraón le pareció bien lo que José le había propuesto.
Recordemos que José, cuando fue llamado ante el rey no tuvo tiempo de orar ni
de meditar lo que iba a hablar, tampoco de preparar un plan, porque lo sacaron
de la cárcel y lo trajeron ante el Faraón. Sin embargo, Dios estaba con él.
Recordemos lo que dice la palabra de Dios en Lucas 12: 11 y 12: Cuando os
trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os
preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque
el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.
¡No es
sabio aquel que se jacta de tener sabiduría, sino aquel a quien Dios le revela
sabiduría! No es entendido quien piensa que lo es; entendido es aquel a quien
Dios le da entendimiento. ¡A quien quiere Dios le ciega el entendimiento y a
quien quiere se lo abre!
Entonces
habló José al Faraón: Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente
y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. Haga esto Faraón, y ponga
gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de
la abundancia. Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y
recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y
guárdenlo. Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete
años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de
hambre (Génesis 41: 33 al 36).
Ahí estaba José respaldando a un político
corrupto e idólatra, a un gobernante malo, porque el Faraón no era temeroso de
Dios. Sin embargo la luz vino sobre José y alumbró el entendimiento del faraón.
¿En qué estaba pensando Dios y por qué estaba usando un siervo suyo para ayudar
al faraón? ¿Qué tenía Dios en mente? Yo te lo voy a decir. En su pensamiento
estaban los niños de Egipto, las madres, los pobres, las viudas. ¡No importa
como es una persona, si Dios puede hacer algo para ayudar a quienes están en
miseria, en pobreza y en el quebranto, lo hará!
¿Qué estaría pensando José al
meterse en cuestiones políticas para ayudar a un gobernante injusto? Pensaba
que estaba sirviendo a Dios y así como había sido bendecida la casa del
capitán, quien fuese su amo mientras él oficiaba de mayordomo, así Dios podría
bendecir una nación entera por causa de un hombre justo.
Dice
la Biblia que a Faraón le pareció bien la propuesta de José. Leemos en Génesis
41:37 al 39: El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos, y dijo
Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté
el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber
todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. José le sugirió que pusiera a un
hombre sabio y prudente sobre la tierra de Egipto y el Faraón le dijo: Como
Dios te ha mostrado estas cosas a ti, no hay hombre sabio ni entendido como tú.
Y continúa diciendo el Faraón: Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se
gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo
además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y
lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la
rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto (Génesis 41: 40 al 43).
Creo
que llegó la hora cuando el Faraón reconoció
que su inteligencia no le daba y que debía doblegarse delante de Dios, y
creo que ha llegado la hora en que los cristianos entiendan cuál es su rol en
la tierra. ¡Su función es bendecir la tierra! Lo que hizo Dios con José en un
instante, ¡lo ha hecho contigo! Cuándo tú te casaste, ¿qué experiencia tenías
como esposo o esposa? Dios te mandó a ser esposo o esposa cuando te casaste.
¿Qué experiencia tenías como padre cuando nació tu primer hijo? Si Dios no está
contigo eres un padre malo; si el Señor no está contigo eres un cónyuge malo.
Lo importante no es qué tan preparado estás; lo que importa es si Dios está
contigo.
Cuando
un matrimonio nace, es algo muy frágil y se puede romper fácilmente, pero quien
ha puesto a Dios por sobre su matrimonio logrará que éste sea firme y estable.
Lo mismo sucedió con José, él no tenía gran experiencia política, no había
estudiado ciencias, pero Dios estaba con él, y el Señor anhela estar contigo.
¿Podrás decirle a Dios, quiero que estés conmigo? Yo soy como José, una persona
que no ha estudiado mucho y no sabe muchas cosas, pero sé que no está en mí
sino en ti. Sé que no es mi palabra sino la tuya, no son mis pensamientos sino
los tuyos. Yo he pecado, he tomado decisiones sin consultarte y sin saber, lo
que me ha llevado al fracaso, pero te necesito Señor.
Lo
que sucederá a nivel nacional también sucederá a nivel particular. Dios
bendecirá tu vida, tu casa, tu matrimonio y tu familia. El Señor te bendecirá
para que seas un buen padre y una buena madre, pero es su luz y no lo que tú
sabes. ¡Es lo que Dios sabe! No es lo que tú entiendes sino lo que Dios
entiende; no es lo que tú ves sino lo que el Señor ve.
¿Sabes
por qué José se metió en el asunto de la política? Porque sabía que estaba
destinado a ser de bendición para la nación. Él había sido enviado a Egipto
para bendecir esa nación. Todo lugar que pisare la planta de su pie será
bendito. ¡José estaba destinado a ser bendición! No era él quien hablaba, era
Dios. José no sólo supo cuál era la interpretación del sueño en ese preciso
momento sino que también supo lo que se debía hacer al respecto y por eso el
Faraón lo puso al frente. ¿Llegará ese día en que un político te declarará: Te
voy a poner al frente y les voy a decir a todos que te obedezcan y hagan lo que
tú digas? ¡La luz de Jesús brillará sobre ti!
El
señor dijo: Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo (Juan 9:5).
Cuando Jesús declaró: Yo soy la luz del mundo, el que a mí me sigue no andará
en tinieblas lo que estaba queriendo decir es: El que me sigue podrá ver bien
las cosas y podrá entender. Tendrá luz para ver, para entender y para decidir.
No digas: Me casé y la mujer me salió mala, Tuve hijos y me salieron
mal. Hay quienes se creen que son los
más buenos de la tierra y que los demás están equivocados, encima declaran: Yo
hice todo bien y mis hijos me salieron mal.
¿Con
qué luz alumbras tú? ¿Cuál es tu luz? ¿La que recibiste en la universidad? La
Biblia te sugiere: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a
Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero
pida con fe, no dudando nada… (Santiago 1: 5-6)