AMARGURA DE ESPIRITU ESAU



Gn 26:34-35 Y cuando Esaú era de cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri heteo, y a Basemat hija de Elón heteo;y fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca.

Esaú escogió dos esposas para sí. Eran Judit y Basemat dos mujeres Heteas, procedían de familias cananeas y estaban acostumbrados a la idolatría con lo que los habitantes de Canaán provocaron al Señor.

El matrimonio de Esaú representa una ruptura de la fe.

Esaú sabía muy bien que estos matrimonios iban en contra de las enseñanzas que había recibido su pueblo al salir de Ur de los Caldeos a Canaán.
Abraham había salido con su familia de Ur para evitar la idolatría de Mesopotamia, y habían sido enviados a Canaán, donde la idolatría alcanzaba proporciones mucho más grande; los habitantes de esta tierra no tenían temor a Dios.

Esaú quiso tomar esposas de estas familias idolatras. Era inevitable que el mismo se contaminara y ello fue la causa de que la idolatría entrara en las familias de Dios.

Judit y Basemat tienen, en las escrituras, la mala fama de ser puestas como ejemplo del tipo de mujer que el hijo de una familia que teme a Dios no puede recibir por esposa, en la palabra no se dice nada de estas dos mujeres personalmente excepto su origen y el hecho que este matrimonio de Esaú fue causa (de amargura de espíritu) para sus padres, es posible que fueran dos mujeres atractivas, lo que si podemos ver es: la amargura, pena, tristeza que alcanzo a Isaac y Rebeca y eso se debía del echo de sus creencias idolatras y el estilo de vida pecaminosa.

Isaac y Rebeca estaban llevando una vida semejante a la de Abraham y Sara en su hogar, vivían una vida quieta y piadosa, ahora, en su ancianidad aparecieron estas dos mujeres que no tenían el amor de Dios en sus corazones, tenían tendencia paganas, sensuales, lo que hoy llamaríamos mundanalidad, que chocaba con la piedad de sus padres. Por eso los últimos años de sus vidas lo pasaron en amargura.

Este pasaje fue incluido en la biblia para beneficio de la iglesia, Esaú con Judit y Basemat, son como una luz roja, indicando peligro a la familia cristiana.

¿Cuántos padres hoy nos encontramos como Isaac y Rebeca? Con amargura de espíritu.
Hoy nos preguntamos, porque mi hijo o hija no tienen un hogar bueno? Están separados, con los chicos abandonados, decimos. Su matrimonio fracasó, le fue mal.
Cuando intentamos ayudarlos, aconsejándolos; ya está en marcha los resultados, la semilla ya está sembrada. Los padres intentamos arrancar las malas hierbas, pero no evitamos que fueran sembradas, para entonces suele ser tarde.

Desde la infancia a la madures la semilla debe ser sembrada (dentro el temor de Dios, en su palabra, apartándolo, de las cosas del mundo).
El padre debe ejercer autoridad, colocando limites, corrección, debe estar firme en Dios cuidando su vida de santidad.