Hablamos del buen
samaritano, pero hay mucha gente que no sabe exactamente de qué se trata este
término. Luego de la muerte del rey Salomón, hijo del rey David, el reino de
Israel se divide. Hubo entonces un rey llamado Jeroboam que se separó e implantó
su propio dominio quedando así el reino dividido en dos, al sur Judá y al norte
Israel. De las doce tribus, diez se establecieron al norte y las dos restantes
en el sur.
Digamos que fue una pelea familiar y los hermanos se separaron ya
que las doce tribus estaban emparentadas siendo que eran descendientes de
Abraham, Isaac y Jacob. Habían llegado a tener un reino maravilloso pero por
disputas familiares se enemistaron.
Habrás notado que las peleas familiares y
las divisiones por esta causa es lo que más duele. Tal vez algún extraño te
ofende pero no te hiere tanto como cuando te lastima tu cónyuge.
Volviendo a la historia,
el reino de norte estableció la capital en la ciudad de Samaria siendo sus
habitantes los samaritanos; y al sur quedaron los judíos con la capital en
Jerusalén. El reino del norte estableció su propia religión, mezclados con
otras naciones, por lo que perdió la sustancia de la religión hebrea. Jeroboam
no quería que los habitantes de las diez tribus del norte viajaran a Jerusalén,
que no sólo era la capital de todo el reino sino también donde se había erigido
un templo y donde Dios exigía que allí se presentaran todos los israelitas
delante de Él, por lo que estableció para ello tres fiestas anuales.
Jerusalén
era el lugar donde se hacían los sacrificios, así que la gente viajaba de todas
partes del país y llevaban sus animales para ser sacrificados allí, pero
Jeroboam decidió establecer otro centro religioso para que los del norte no se
mezclaran con los del sur, quienes se quedaron con la esencia de las verdades
de la Torá o el Antiguo Testamento. Los del sur se aferraron a las enseñanzas
de los profetas y comenzaron a mirar a los samaritanos como gente idólatra y
contaminada.
Mientras tanto, en el reino del norte comenzaron a pulular otros
dioses extraños de otras naciones ya que se habían mezclado con otros pueblos;
los judíos que se jactaban de ser buenos religiosos al haber quedado aferrados
a las verdades de Dios, miraban con malos ojos a los samaritanos, ni siquiera
pisaban su territorio.
Cuando querían ir a Galilea por ejemplo, lo más fácil
era pasar por Samaria, pero no lo hacían y preferían rodear esa región para no
contaminarse. ¡No querían pisar ni siquiera el polvo de Samaria! Pero vino
Jesús con otro corazón y otro espíritu porque para Él, si bien los samaritanos
eran pecadores como todos, también fueron creados por Dios ya que el Señor creó
a todos los seres humanos, y aún entre los peores de la nación Dios tiene gente
escogida.
En la época de Jesús había
una división muy grande; lo más sagrado, santo, puro y genuino de la religión
judía no aceptaba o no toleraba hablar con un samaritano. Señala Juan capítulo
cuatro que Jesús salió de Judea para ir a Galilea y le era necesario pasar por
Samaria. Un buen judío no haría lo que hizo Jesús; no iría a esa región y
mucho menos establecería una conversación con un samaritano, pero el Señor fue,
llegó hasta un pozo de agua que había sido escavado por Abraham y allí se
encontró con una mujer samaritana.
En dos oportunidades
podemos ver el favor de Jesús hacia los samaritanos. El Señor hizo referencia a
la parábola del buen samaritano en la que explicó que unos religiosos judíos,
al encontrarse con un hombre mal herido siguieron de largo; es que estaban tan
ocupados en sus asuntos y sus compromisos, los cuales les impidieron cuidar de
ese hombre que estaba caído. Pero se le acercó un buen samaritano y lo ayudó.
Los samaritanos estaban contaminados, según la opinión de los judíos, pero había
algunos buenos. En donde menos te imaginas, Dios tiene gente escogida, aquellos
que a tus ojos son malos pero que a los ojos del Señor son preciosos y valen
mucho porque Él ha pagado un gran precio para librarlos de sus maldades.
¿Qué era lo que causó que
Jesús tuviese necesidad de pasar por Samaria? Había una mujer escogida por Dios
a quien Jesús debía hablarle, por lo que le era necesario pasar por allí ya que
esa mujer tenía una carga muy grande. Ella tuvo seis maridos y si piensas mal
dirás que era una mujer fácil pero para Jesús era una mujer perdida y
desesperada que buscaba ser feliz pero no lo lograba, anhelaba tener un
matrimonio y una familia feliz y no le era posible.
El Señor muy prudentemente
le dijo que fuera a buscar a su marido y ella le dijo: No tengo marido.
Entonces Jesús, que conoce los corazones mejor que nosotros mismos, le
respondió: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y
el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad (Juan 4:17).
He
hablado con personas a las que le ha acontecido algo similar a lo de esta mujer
y han creído que el cónyuge que tenían no servía, por lo que salieron a buscar
otro, pero ese otro tampoco les sirvió y fueron en busca de otro diferente,
provocando situaciones indeseadas para quienes las rodean.
Muchos adolescentes
me dicen: El novio de mi mamá no me quiere, a su hija le compra regalos pero a
mí no, mi papá viene al cumpleaños de mi hermano pero al mío no. Hay
padrastros que abusan sexualmente de los hijos de su mujer y algunos de ellos
al no soportar más la situación, lo cuentan, pero hay madres que no lo quieren
creer porque temen quedarse solas y sin techo. Entonces aparecen en el alma
dolores tan profundos en los adolescentes que los llevan a buscar en las drogas
y en el sexo, dándoles igual tener relaciones tanto con hombres como con
mujeres, procurando salir de ese dolor causado dentro del seno familiar.
Debo decir que un hombre
que ha tenido seis mujeres no es más feliz ahora que antes y menos si ha tenido
hijos con cada una. Por malo que seas, Dios te ha dado conciencia y en momentos
de lucidez te das cuenta que has obrado mal y has metido la pata muy profundo.
¡Qué difícil es salir de los enredos en los que nos metemos a veces! No has
sabido esperar en Dios para que te dé a tu cónyuge y no lo has buscado.
Hablé con una mujer que se
crió en una iglesia y de vez en cuando se enojaba con Dios como si fuera algo
barato. ¿Crees que si te enojas con Él vas a tocarle alguna fibra muy íntima y
lo harás cambiar de parecer, o harás que actué rápido? Esta mujer a los
cuarenta años aún no se había casado y dijo: Ya que Dios no me da un esposo,
voy a disfrutar la vida y me voy a conseguir esposo.
Y encontró uno que tomaba
mate con ella, pero duró poco. Ella me declaró que al principio era bueno, pero
después cambió. Le pregunté si el hombre era cristiano y me respondió que no
pero era muy bueno. ¡Te casaste con una bola de carne! le dije. ¿Qué producía
en el mundo espiritual esa bola de carne? La Biblia dice que la carne produce
carne y el espíritu produce obras espirituales.
Entonces ¿qué era eso bueno que
tenía? ¿Era carne de primera? le pregunté, y ella me quedó mirando. Ellos se
juntaron y comenzaron a planificar sus vidas y aunque él no era cristiano ella
tenía mucha fe en que Dios lo iba a cambiar. No asistían a la iglesia aunque
algún día iban a hacerlo, lo cierto es que el hombre era bueno. Se hicieron una
casita con mucho esfuerzo y entre los dos la pagaron, la mitad cada uno. El
único inconveniente era que no podían tener hijos y convinieron hacerse
fertilización in vitro. En este proceso, una visitadora social iría a la casa
para ver si estaba en condiciones para la criatura. Un día, tomando mate, el
marido le dijo que la hermana iba a vivir con ellos, entonces la mujer se opuso
a este planteamiento. ¿Cómo qué no? le dijo el hombre. No, ¿y nuestro hijo,
dónde va a dormir? Va a venir la visitadora social y se va a encontrar que está
tu hermana ¡Sos una infeliz! ¿Qué te pensás? Te voy a dejar porque sos una
hija de… Parece que salió mal la cosa. Siento asco de vos, no te soporto y ya
no quiero vivir contigo se despachó el hombre. ¡No te quiero ver más la cara,
egoísta!
Pero mi amor, vos nunca me trataste así. ¿Quién te ha cambiado? le
dice ella. Hasta que un día encuentra en el celular del marido unos mensajes
que le mandó la amante, la que le decía: A esa hija de…la tenés que dejar. Y
él le respondió: Sí, tenés razón, mi amor. Cuando la mujer le señala que se
encontró con esos mensajes, él le responde: ¡Yo no sé de dónde salió eso! Mío
no es…
Los planes de Dios
permanecen, en cambio los planes del hombre se derrumban y caen. Tú te
preguntas dónde hay salvación y cómo haces para seguir viviendo. La mujer se
había enojado con Dios y decidió hacer su vida, pero ahora no tiene con quién
tomar mate. Yo me pongo en el lugar de la mujer samaritana que ha tenido seis
maridos, que habitaba en una ciudad pequeña y todos los hombres la conocían.
Me
imagino que cuando la veían pasar, uno le decía al otro: A esa mina la conozco
del derecho y del revés. Los hombres se juntan a hablar y alardean acerca de
lo machos que son. Ellos creen que son más machos si han tenido más mujeres.
Entonces otro le responde al anterior: Sí, yo también estuve con ella y sé muy
bien cómo es ¿Y vos que hiciste? Yo hice esto, esto y esto… ¡Ah no, yo
hice más! Y la mujer despreciada y desvalorizada anda buscando un hombre que
la proteja, que la ame y la valore y como no lo encuentra, prueba con uno y con
otro.
¡Qué tristeza que da, verlas mendigar amor! ¡Destruidas! Y uno pensará: ¿No tenía muchas mujeres que atender Jesús en Judea? Pero esta mujer estaba
en los planes de Dios, ella había sido escogida por Dios para salvación y
bendición y Jesús debía ir a ese lugar. ¡No había ninguna casualidad! El Señor
no fue a esa región por casualidad, ahí había una mujer sumamente afligida. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has
tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Ella
le respondió: Señor, me parece que tú eres profeta. Comenzó a darse cuenta que
Jesús la conocía mejor de lo que pensaba. Posiblemente se había maquillado y
arreglado como todos los días para aparentar que estaba bien, pero Jesús le
dijo: Vas por el sexto hombre, ¿qué vas a seguir buscando? Ella le dijo: Señor, ¿por qué hablas conmigo siendo que soy samaritana y los judíos y
samaritanos no se hablan? Jesús les había referido a los discípulos que tenía
una obra que llevar a cabo y que Él no había venido a hacer su voluntad sino la
del Padre ya que entre los samaritanos, Dios también tiene gente escogida.
¡Entre los pecadores Dios
tiene escogidos! ¡El Señor ama a los que tú rechazas! La mujer samaritana era
una persona desvalorizada y despreciada, poco menos que una prostituta; había
tenido ya seis hombres y vaya uno a saber cuántos hijos tenía de cada uno. ¡Su
vida era un fracaso! En Samaria no había un evangelio de paz que le diera consuelo.
En general, la gente que tiene este tipo de crisis no sabe cómo salir. ¿Cómo
sales de ese estado de frustración al haber intentado seis veces y luego de
haber fracasado en cada una? ¿Cuántos hombres o cuántas mujeres más van a pasar
por tu vida hasta encontrar la felicidad? No se trata de tener más hombres o
mujeres sino de tener a Cristo en el corazón, porque el Señor te puede dar paz
y felicidad aunque no haya ningún hombre o mujer en tu vida y aunque no tengas
hijos. ¡Aunque no tengas nada, Dios puede hacerte feliz!
Hay cosas que ya han
ocurrido y que no puedes revertir; no puedes atrasar las agujas del reloj para
solucionar esas malas decisiones que has tomado en el pasado, pero Dios puede
hacerse cargo de todos los problemas que has generado en tu vida. ¡Jesús pagó
un precio muy alto por hacerse cargo de todos ellos! ¡El Señor te ama y te ama
de verdad!
Señor, tú eres un
profeta. Tú me conoces y sabes acerca de mi… ¡Sí, mujer! Lo que no sabes es
que llegué hasta este pozo a propósito, no fue casualidad; no sabes que vine
específicamente por ti. Si yo te doy el agua que tengo, nunca más volverás a
tener sed. Si supieras quién es el que habla contigo mujer, tú le pedirías y Él
te daría, y nunca más volverías a tener sed. Señor nos han enseñado que viene
un Mesías, un libertador, alguien que traerá consuelo a su pueblo. Nos han
dicho que hay alguien que va a gobernar e instaurar la paz. Y Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo es. ¿Lo crees? Y ella le respondió: Sí, lo
creo. Entonces se fue al pueblo y comenzó a decir: ¡Encontré al Mesías!
¡Vengan a conocerlo! ¡Él me dijo todo lo que he hecho!
Los del pueblo se
acercaron para saber qué decía la mujer y hablaron con Jesús. ¡Ellos quedaron
maravillados porque sus palabras eran de bendición y penetraban en lo profundo
de sus corazones! Pero Jesús les declaró que debía seguir su camino, por lo que
ellos le rogaron que se quedase más tiempo y el Señor se quedó dos días más en
Samaria, entonces los hombres le dijeron a la mujer: Ya no creemos solamente
por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente
éste es el Salvador del mundo, el Cristo. ¡Aquellos que se habían separado del
pueblo de Judá creyeron en el Mesías! ¿Qué quiero decirte con esto? Que hay
esperanza donde no hay esperanza. ¡Donde está Jesús hay esperanza aunque no
haya esperanza! ¡Dónde está Jesús hay solución aunque no haya solución! ¡Se
abren puertas donde no se podían abrir! ¡Qué precioso es el Señor!
Desde aquel entonces hasta
ahora el mundo está lleno de gente que sufre este tipo de cosas, como los niños
o adolescentes que dicen: Mi mamá no tiene tiempo de atenderme porque está con
su novioO: ¿Dónde estaba mi papá cuando abusaron de mí? ¿Dónde estaba mi mamá
cuando mi padrastro abusó de mí? ¿Quién conoce mi dolor y mi soledad? ¿Quién
conoce de la impotencia y la angustia que tengo? ¿Habrá alguien que entienda lo
que yo estoy atravesando? Y Jesús te dice: Sí, yo. Yo sé lo que estás
sufriendo porque he pagado por cada uno de tus dolores y angustias. Yo he
pagado con mi propio cuerpo en la cruz del calvario el precio de tu paz. He
muerto en una cruz para verte feliz. No eres tú quien solucionará los problemas
de tu vida, yo soy Dios y no hay Dios que te ame como te amo yo; no hay quien
pueda solucionar tus dificultades más que yo. Yo abriré caminos en la soledad y
derramaré agua en los sequedales. ¡Tú lo verás y me honrarás!