El
apóstol Juan y su hermano fueron catalogados por Jesús, cuando anduvieron con
Él, como los hijos del trueno. ¡Eran un terremoto! Ellos fueron los que le
dijeron a Jesús: ¿Señor, quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como
hizo Elías, y los consuma? Pero, cuando Juan llegó a cierta edad, se transformó
y fue conocido como el apóstol del amor. Si lees las cartas de Juan te
sorprenderá al ver que habla del amor, del derecho, del revés y de todos lados.
1ª Juan 4:7 dice: Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Se
ve que el apóstol Juan disfrutaba este tema. En otras palabras, señala que
disfrutemos del amor porque el amor es de Dios. Y continúa diciendo: …Todo aquel
que ama, es nacido de Dios… Quien ama, es nacido de Dios.
¿Por
qué la Biblia dice que quien ama es nacido de Dios? Nosotros conocemos el
nacimiento biológico. Mi papá me engendró y mi mamá concibió una naturaleza de
vida biológica, carnal y pecaminosa, pero eso no me hace hijo de Dios sino hijo
de Roque Romero Nieto y Julia Cejas. La Biblia señala que quien ama es nacido
de Dios, se trata de otro nacimiento y tiene que ver con una nueva vida, la
cual reciben aquellos que gozan de una relación con Dios. No entran en relación
con Dios necesariamente quienes asisten a la iglesia, los que ofrendan o
cantan. Tú puedes saber mucho de Biblia pero no ser un hijo de Dios. Puedes
cantar muy lindo o dar ofrendas generosas pero no necesariamente eres hijo de
Dios, porque el hacer esas cosas no son la evidencia fundamental de que eres su
hijo o hija. Un hijo del diablo puede tener una conciencia que le lleva a
ofrendar. Pero la Biblia dice que el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.
Si quieres saber si eres hijo de Dios, primero debes revisar cuánto amor
tienes.
Este
pasaje de 1ª de Juan hace alusión a un nuevo nacimiento que tiene que ver con
un engendramiento, o sea que somos engendrados por Dios. Según nuestra
naturaleza humana somos engendrados primero por nuestros padres, pero, cuando
vinimos al evangelio y creímos en Cristo Jesús, Dios nos ha engendrado y ha
puesto en nosotros una naturaleza superior a la que tenemos cuando nacemos. Si
comparamos, la naturaleza humana es una clase de vida superior a la de los
monos. ¿Crees esto o le crees a Darwin?
¿Por
qué es una clase de vida superior? Porque los monos engendran monos y los seres
humanos engendran seres humanos. Es fácil ver la diferencia entre una y otra
clase de vida. Si ladra, nació de una perra; si dice cuac, proviene de la clase
de vida de los patos, y si habla, es un ser humano. Por ende, si ama es un hijo
de Dios y no sólo es un hijo de Dios sino que conoce al Señor. ¡Quien no ama,
no conoce a Dios! Si no puede mirar a los ojos de alguna persona, si tiene
resentimientos, rencores y amarguras contra alguien, está dominado por un nivel
de vida inferior a la vida espiritual que Dios le da al creyente. Porque así
como hay una diferencia entre el ser humano y los monos, también la hay entre
el Espíritu que Dios le da a los que creen en Él y el espíritu que gobierna en
este mundo, que son demonios como la duda, incredulidad, resentimiento,
venganza, etc. Si a ti te domina algo de eso, entonces tú no amas sino que
estás sujeto a un poder inferior y no al poder de Dios. Quien ha sido
engendrado por Dios y ha nacido de nuevo, ama. En Estados Unidos se habla de
esta clase de personas despectivamente llamándolos los “Nacidos de nuevo”. Nos
tildan de gente retrógrada, cerrada, no abierta; nos tildan de conservadores, o
sea, gente que se aferra a ideas viejas, como por ejemplo, la del matrimonio
entre un hombre y una mujer.
Quien
ama, es fácil de entender que es hijo de Dios. Ahora, si te molesta la gente,
algún pariente, la iglesia o algún pastor, entonces el amor no está
prevaleciendo en ti; el amor no se está manifestando. Permíteme decirte que
tengo derecho a dudar si eres hijo de Dios o no, porque el que ama es nacido de
Dios; es de una naturaleza superior y poderosa que responde al Espíritu del
Padre. Y la manifestación espiritual que se produce en nosotros no es de una
naturaleza benigna cualquiera, ¡es la naturaleza de Dios! Porque Él es nuestro
Padre y nos engendra con la vida espiritual según su naturaleza.
Así
que el amor que yo tengo o el que debo tener si es que soy cristiano, es un
tipo de amor que proviene de la naturaleza espiritual de Dios. ¡No es cualquier
amor!
En
una oportunidad, un religioso fue a hablar con Jesús de noche porque no quería
que se enterara nadie que estaba dialogando con el Señor, ya que el hacerlo era
como hablar con una persona retrógrada; es más, algunos decían que Jesús echaba
fuera los demonios por beelzebú, príncipe de los demonios: Este vino a Jesús de
noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque
nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él (Juan 3:2).
Y el Señor le respondió: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de
nuevo, no puede ver el reino de Dios. El religioso entró en confusión porque no
comía un huevo si la gallina lo ponía en día sábado; pasó toda su vida
cumpliendo normas y reglas, tratando de ser bueno, pero el Señor le dejó en
claro que nada de eso le servía y lo que necesitaba era nacer de nuevo. Porque
cuando uno nace de nuevo recibe de Dios el Padre, una naturaleza poderosa.
Nicodemo
le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por
segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? (Juan 3:4) ¡Nicodemo no
entendió nada! El pensaba que se refería a nacer de nuevo del vientre de una
mujer o de la naturaleza humana, pero Jesús le explicó: Lo que es nacido de la
carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Juan 3:6). El
Señor dijo claramente que era necesario un nuevo nacimiento pero no de la carne
sino del espíritu. De la manera que llevamos en nosotros la naturaleza
pecaminosa heredada de nuestros progenitores, hemos sido engendrados por ellos
con una naturaleza impotente y débil al pecado, también Dios nos ha engendrado
y nos ha dado una naturaleza espiritual y poderosa; nos ha dado un nuevo
nacimiento o nueva vida, lo que nos transforma en personas que no pueden odiar,
que no pueden tener resentimientos, a quienes la amargura y la tristeza no
pueden dominar. ¡Porque la vida de poder que Dios nos ha dado supera el poder
de esa vida inferior demoníaca!
El
que ama ha subido a un nivel superior y tiene un poder extraordinario. ¡Las
circunstancias no pueden doblegarlo! Hay personas que son acusadas de algo y se
vienen abajo. Continuamente hablo con mujeres que me dicen: ¡Mi marido me ha
dicho que no sirvo para nada! Y yo le pregunto: ¿Y tú no sirves para nada? ¡No
pastor! Yo me levanto cada mañana, limpio, compro, hago la comida, le lavo la
ropa. ¿Y entonces, por qué lloras y te angustias? Quien tiene una naturaleza
superior y de amor, ve cómo el hombre habla pavadas y le pide a Dios que lo
ayude y lo perdone. ¡No te puede amargar!
Algunas
madres sufren porque sus hijos están siendo dominados por el diablo. No
tendrías que amargarte si tienes esa naturaleza superior, la que Dios te ha
dado; tú tendrías fe y esperanza, entonces le dirías a tu hijo: Hijo, mira todo
lo que estás haciendo pero yo te voy a ver predicando.
El
mundo está perdido, y el método o arma de Dios para conquistar al mundo es el
amor. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan
3:16). ¡Este es un evento extraordinario! Señala 1ª Juan 4:9: En esto se mostró
el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al
mundo, para que vivamos por él. En esto se mostró el amor de Dios, en que Él
envió a su Hijo Jesucristo, el unigénito de Dios.
Cuando
se habla de Jesucristo como el Hijo de Dios, se utiliza el término unigénito;
“uni” que significa uno y “génito” que significa genes, o sea el “único
engendrado”, o “el único con los genes del padre”. ¡Uno y nada más!
Mi
madre tuvo cuatro hijos y yo soy el último
hijo engendrado con los genes de papa. Pero cuando se habla de Jesús, se dice
de Él que es el unigénito Hijo del Padre. Un ser único, especial e irrepetible;
el único que Dios engendró en una mujer, por lo cual, ese Santo ser que nació
fue un hombre, por cuanto nació de mujer. En el óvulo de María Dios puso sus genes, entonces María concibió y
trajo al mundo un hombre único cuyo padre es Dios, quien lo había engendrado.
Jesús tenía los genes de Dios y los genes del ser humano.
Jesucristo
no es un ángel, no es Dios manifestado de alguna manera especial. Algunos
enseñan que Él no sufrió nada en la cruz del calvario, que los clavos no le
dolieron ya que era una manifestación de Dios. Enseñan que lo veían pero en
realidad no era un ser humano. Pero la verdad es que Dios nos amó tanto que
mandó a alguien como nosotros que nos represente delante del Padre. Fue tanto
el amor que sentía que vino al mundo para vivir lo que nosotros vivimos y
sufrir las injusticias que nosotros sufrimos. ¿Qué sucedió? Todas esas
injusticias que he hecho y nos han cometido, Jesús decidió pagar por cada una
de ellas. ¡Qué amor nos tiene Dios! Cristo hombre sufrió el mismo tipo de
injusticia que nosotros pero Él era único, era especial y no había pecado en
Él, entonces no había razón para que Jesús sufriera esas injusticias. La única
razón por la que Él soportó todo, fue su gran amor por nosotros.
El
que ama es nacido de Dios. Ahora, el Padre envió a su Hijo Unigénito al mundo
para que vivamos por Él. Jesús vino para darnos su vida, para que la clase de
vida que operó en él, estando aquí en el mundo, siendo un ser humano, también
opere en nosotros. Jesús venció el oprobio, los insultos que le profirieron, la
bronca y el odio que le tenían. ¡Jesús no pecó! Y decidió morir para que
nosotros tengamos la misma victoria y la clase de vida que Él tuvo.
Tú
aprenderás dos cosas importantes, la primera es que si amas, esa es la mejor
evidencia que demuestra que eres un hijo de Dios. Y la otra se encuentra en el
capítulo 5 versículo 1 de 1ª de Juan: Todo aquel que cree que Jesús es el
Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al
que ha sido engendrado por él.
Entonces,
todo aquel que ama es nacido de Dios; y por otra parte, todo aquel que cree que
Jesús es el Cristo, es nacido de Dios. Si tú amas pero no crees que Jesús sea
el Cristo, entonces tú no amas nada y eres un mentiroso. Porque es necesario
que creas en Jesucristo para poder amar. Si dices que crees que Jesús es el
Cristo pero no amas, eres un mentiroso, tampoco has creído en Él. Éstas son dos
condiciones que te llevan a ti a la plena certeza de que realmente eres un hijo
o una hija de Dios.
La
palabra “Cristo” proviene del griego y significa “Ungido”. Desde el Génesis
hasta el Apocalipsis Jesucristo es el “Ungido de Dios”. Hasta el nacimiento de
Jesús, todos los profetas profetizaron, desde el Pentateuco a Malaquías acerca
del Mesías; éste es otro término que proviene del hebreo y significa también
Ungido. Cuando declaramos que Jesús es el Cristo, afirmamos que es el Mesías y
el Ungido de Dios. ¡El único Hijo de Dios, el Unigénito de Dios!
Ahora,
se habla de Jesús como el Primogénito entre muchos hermanos pero en otro
sentido. Porque la Biblia dice que el que ama es nacido de Dios, o sea que el
Padre nos ha engendrado a nosotros pero no con el mismo método de
engendramiento con que engendró a Jesús, porque Dios fecundó al Señor en el
vientre de María, pero a nosotros nos engendra en el espíritu, en el corazón, porque
ya tenemos un nacimiento biológico, pero Jesús no había sido engendrado
biológicamente, mas cuando llegó su hora de venir al mundo, el Padre lo
engendró en el vientre de María biológicamente. Yo ya he sido engendrado por
mis padres pero me faltaba el otro engendramiento, el espiritual.
Si
ladra es perro, si hace cuac es pato y si ama es engendrado por Dios. Si cree
que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios y ha sido engendrado por Él. En esto
conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus
mandamientos, y 1ª Juan 5:1 declara: …y todo aquel que ama al que engendró… O
sea, todo aquel que ama a Dios, el que engendró, ama también al que ha sido
engendrado. Entiende que no puedes creer en Dios y rechazar a Jesús. Es como si
una mujer diera a luz y quienes la van a visitar le expresan a ella todo su
cariño y la felicitan pero desprecian a su hijo. ¿Cómo se vería eso? El que ama
al que engendró, ama al engendrado. Si amo a ese papá o a esa mamá, también amo
a sus hijos. Yo amo a hijos que no son míos porque amo a sus padres.
Tal
vez tienes alguna basura obstruyendo la cañería del amor. ¿Reconoces que hay
personas que detestas y no quieres ver? ¿Tú eres de esos que declaras que es
muy difícil perdonar lo que te hicieron? Yo te pregunto: ¿Eres hijo de Dios?
¿Eres hija de Dios? Si es así, tú no tienes problema en perdonar y bendecir. ES
algo que sale solo, que sale de la naturaleza de aquellos a quienes ha
engendrado.