ला INCREDULIDAD

La incredulidad es un espíritu demoniaco. Y puedo ver que hay dos clases de incredulidad.
La primera es la más común de todas las personas: La incapacidad de creer. Quiero creer pero no puedo, me cuesta.
Por ejemplo el papá que trae a su hijo atormentado por un espíritu demoniaco y le pide a Jesús que lo libere. Así muchas veces, Dios nos dice, que sacara a nuestros hijos de las drogas, pero nos cuesta creer. Eso le paso a Abraham con Sara, Dios le prometió un hijo pero le costaba creer, a tal punto que Sara se rió.
La segunda clase de incredulidad es la más mala: Es un acto de desobediencia contra Dios. Cuando aún hay evidencias físicas visibles y decides no creer.
Esto le aconteció al pueblo de Israel cuando salieron de Egipto.
Mientras caminaban la ropa y el calzado crecían juntamente con ellos. Los saco sanos, no se enfermaron, los alimentaba, había más que suficientes evidencias físicas y materiales, pero ellos decidieron no creer en Dios.
Dios está haciendo muchos por nosotros pero aún seguimos dudando. Ese es el corazón malo, que no se deja persuadir. Esa persona está diciendo en su corazón no se me da las ganas de creer. Es un acto de desobediencia a Dios y sus promesas. Tiene un corazón malo.
Abraham paso por algo similar, dudo de la palabra de Dios de su promesa, de que iba a tener un hijo; pero se dejó persuadir, convencer por Dios y le creyó.
¿Ahora nosotros nos dejaremos convencer por su Espíritu Santo? ¿Dejaremos que Dios haga lo que tiene que hacer en nosotros? Le diremos Señor, ya no dudare de tus promesas, me dejare persuadir, no voy a razonar quiero creer. Dios te dijo que traería a tu esposo alcohólico, que sacarías a tus hijos de las drogas y que lo haría su siervo. Pero decidimos simplemente no creer. A pesar de haber visto tantas evidencias físicas.