Isaías
43:16 al 19: Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las
aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen
juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados. No os
acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He
aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez
abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.
Yo
prediqué muchas veces acerca de este pasaje bíblico, el cual me ha bendecido y
del cual también aprendí mucho al meditar en él. He llegado a entender que
nuestra mente es finita y que nuestra capacidad de resolver problemas es
limitada; también entendí que muchas de las cosas que no puedo resolver pero
persisto en ellas, me atrasan en el camino, me retrasan en los propósitos de
Dios, por lo tanto, hay asuntos que debo dejar atrás.
Esas no son situaciones
resueltas posible mente para ti pero para Dios ya están resueltas. Por ejemplo,
si has perdido a un ser querido, puede ser que te quedes rezagado pensando por
qué Dios lo permitió, y te estancas, no puedes avanzar en la vida porque te
retiene un hecho que ya está consumado; para ti no esta resuelto pero para Dios
si. ¡Se murió! ¿Qué puede hacer el hombre frente a la muerte?
Cuenta
la Biblia que David estaba haciendo un ayuno por un hijo que estaba muy mal, él
no quería comer, no quería saber de nada, pero cuando murió su hijo, todos
pensaban que menos iba a querer comer, pero no, se levantó, se lavó y comió.
Todos le dijeron: No te entendemos David, cuando tu hijo todavía estaba vivo,
no querías comer, no querías hablar con nadie, te habías encerrado. Y él les
respondió: Mientras mi hijo estaba vivo había esperanza, pero ahora, ya él no
viene a mi, más bien yo voy a él. Entonces hizo un corte en su deseo de retener
a su hijo con vida, y siguió su camino.
Yo
he entendido por la palabra de Dios que el hombre debe abocarse a aquello que
Dios quiere que se aboque. Éste quiere dedicarse a muchas cosas que Dios no le
ha mandado, y una de esas cosas que Dios le prohíbe es detenerse en el pasado.
El
pasado no puede ayudarte, no puede enderezar tu camino. Explicar por qué
tuviste que pasar por algo no va a solucionar tu vida. ¡Dios no es un Dios que
trabaja con el pasado sino que trabaja con el futuro!
Él
trabaja con la fe y no con los recuerdos, y la fe es la certeza de lo que se
espera y la convicción de lo que no se ve; y lo que se espera está adelante y
no atrás.
Hay
creyentes que por tener la cabeza llena de recuerdos, de acontecimientos que ya
han pasado, no tienen la memoria suficiente mente liberada para conocer la
voluntad de Dios y ésta tiene que ver con lo que viene y no con lo que pasó,
con lo que Dios va a hacer y no con lo que hizo. Veo demasiada gente
dedicándole demasiado tiempo a cosas que ellos hubiesen querido que fueran
distintas o al menos quieren que Dios les explique por qué permitió que
sucediera determinada cosa. Pero he entendido que hay asuntos que Dios no se
los puede explicar al hombre porque éste es finito, mas Dios es infinito.
He
entendido que hay cuestiones que tengo que dejar en las manos de Dios y seguir
adelante, debo despojarme de toda atadura, de todo peso y toda carga, y debo
continuar corriendo mi carrera, hacia adelante, haciendo la obra de Dios. ¡No
puedo quedarme atrás!
Me
he propuesto enseñar una verdad importante en cada mensaje y te lo tengo que
decir del derecho, del revés, de abajo, de arriba, para que tu mente logre estabilizarse
o enfocarse en la verdad de Dios y quedar lo suficiente mente enredada para que
no se suelte de ella. Este es un método bíblico porque Dios le dijo al pueblo
de Israel en Deuteronomio 6: 6 y 7: Y estas palabras que yo te mando hoy,
estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas
estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te
levantes.
Ellos
tenían que enseñarles a sus hijos la palabra y el método que debían usar era la
repetición y éste es un método didáctico extraordinario, porque cuando se hace
énfasis en determinada cosa, a la corta o a la larga eso se fija dentro de
nosotros.
Pero
cuando uno se dedica a lo que Dios no quiere, va directo al fracaso. Y si es
que estás fracasando, debes pedirle perdón a Dios por todo lo que has estado
pensando, planeando y haciendo.
Resulta
que Dios estaba haciendo algo nuevo pero su pueblo estaba pensando en lo viejo. Así dice Jehová, el que abre camino en el mar… ¿Has visto abrir camino en el
mar? Nadie lo puede hacer pero nuestro Dios sí lo puede hacer, Él abre camino
en el mar. No pretendas que te explique cómo lo hace, ¡no lo entenderías! Dios
no nos tiene que dar explicaciones de todas las cosas, las tenemos que creer y
aceptar. Nuestra mente es finita, la de Dios es infinita.
Mientras
tú persistas en tus planes nunca verás la gloria de Dios, la tendrás en tu cara
pero no la verás. Dios quiere que revises tu vida, porque aceptar a Jesús en el
corazón es cosa seria; porque, decir que Dios es lo que más amas, no es
cuestión de poesía ni de sentimientos, tiene que ser verdadera mente así.
No
mires las cosas pasadas, dice el Señor, porque yo las desecho. Yo soy el Dios
que está haciendo cosas para el futuro. Si tú te quedas mirando lo que has
vivido, lo que pudiera haber sido o lo que estás viviendo, no vas a ver lo que
Él está haciendo para ti y por ti, no verás los planes que tiene contigo para
la humanidad. ¿Qué hay que yo no pueda hacer?, dice el Señor. Yo soy el Dios
que abre caminos en el mar. Soy el Dios que abre caminos en el desierto.
Isaías 44:3: Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la
tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre
tus renuevos.
No
sabes lo que yo estoy haciendo pero estoy trabajando para bendecirte, dice el
Señor. Yo voy a bendecir tu vida y tus renuevos. Entiéndase que renuevos
significa descendencia, Dios bendecirá a tus hijos, sus planes van mucho más
lejos que los tuyos y continúan aún después que tú ya no estés en la tierra. El
Señor te bendecirá a ti y después de ti a tus hijos, a tus nietos, a tus
bisnietos, a tus tataranietos, etc. ¡Déjame que yo haga la obra que quiero
hacer en ti!, te dice Dios.
¡No me pidas tantas explicaciones! Así como tú
haces cosas que tus hijos pequeños no entienden pero las tienen que aceptar, tú
tienes que aceptar las decisiones de Dios. Él te dice: Sí, yo soy el
responsable de la muerte de fulano y de mengano, yo permití eso, nada
sucede sin que yo lo sepa, nadie puede morir sin que yo lo autorice. ¡Ah
Señor! ¿Por qué lo permitiste? Y Dios te responde: No te lo puedo explicar,
no quieras que te dé explicaciones de todo, lo que pretendo es que me ames, eso
es lo que importa.
Cuando
una persona enfrenta muchas dificultades, crece, madura, y se hace más sabia y
más ejercitada en resolver problemas. ¡Los problemas no son un problema! El
problema es cómo enfrento yo los problemas, con qué actitud los enfrento. Las
dificultades pueden ser la catapulta para mi bendición o la lápida que me tape
y me selle, pero no ha nacido el problema que pueda detener a un cristiano
lleno del Espíritu Santo, ¡ni nacerá!
¡Yo
soy Dios y no tú!