PECADOS SECRETOS


Las promesas del  nuevo pacto de Dios
¿Estás atado a un pecado que te acosa? ¿Estás convencido de que tu hábito te destruirá? Las promesas del pacto de Dios me han traído, libertad, descanso y victoria: 

Dios ha prometido vencer todos nuestros pecados. “Sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.” (Miqueas 7:19). La palabra sepultar aquí quiere decir tirar abajo o conquistar. El Señor promete humillar y matar todos nuestros hábitos pecaminosos y conquistar las fortalezas del enemigo en nosotros, a través de la fe y el verdadero arrepentimiento.

Dios ha prometido causar en nosotros un caminar santo. Piensas; “¿yo quiero ser libre, pero no tengo la fuerza de voluntad para dejar mi pecado?” El Señor responde “Yo os limpiaré…os daré un corazón nuevo…y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” (Ezequiel 36:25-27).

Él ha prometido nunca desamparar sus posesiones. El Señor nos castiga por nuestros pecados, pero él nunca abandona su descendencia: “Si profanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos, entonces castigaré con vara su rebelión…Mas no quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad. No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios…Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mi” (Salmo 89:31-36).
Él ha prometido poner su temor en nuestros corazones. “Pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. “ (Jeremías 32:40).

Yo quiero hablar directamente a aquellos que luchan con pecados secretos, desesperados o fatigados espiritualmente: lo único que te mantiene alejado de la victoria total es la incredulidad. Dios ha prometido darte todo el poder que tú necesitas para obedecer toda su Palabra. De hecho, él te ha dado estas promesas de su pacto para que dejes de intentar superar tus pecados por tus propios medios.

Aquí está la clave para entender el Nuevo Pacto: Dios no tiene fronteras o límites. Nosotros limitamos al Señor con nuestros pensamientos limitados, pero él nos ha prometido en su pacto quitar las cadenas (o limitaciones) que nosotros ponemos en él.

En el Jardín del Edén, Satanás utilizó la ilimitada naturaleza de Dios para seducir a Adán y a Eva. Él les dijo: “Ustedes pueden ser como Dios. Él no tiene fronteras ni limites, y así pueden ser ustedes.” (De este engaño nace la falsa doctrina que dice, “Cualquier cosa que puedas concebir, la puedes hacer. Si tu puedes imaginarlo, puedes lograrlo.”)

El Señor tiene que enviar su ley para mostrar a la humanidad que nosotros no podemos ser como Dios. Nosotros simplemente no podemos romper todas las limitaciones de nuestra carne. Así que, el Señor usó su ley para ayudarnos a reconocer nuestra completa debilidad. Jesús también demostró esta verdad; él se auto-limitó con las limitaciones de la carne, diciendo, “Fuera del Padre, nada puedo hacer.” Cristo también vino a revelar que cualquier creyente confiado puede entrar en la siguiente promesa del pacto: “Yo seré tu Dios, sin límites ni fronteras.” 

Tu puedes pensar que tu cónyuge inconverso nunca vendrá a Jesús, pero Dios dice, “Tú me estás limitando, yo no tengo límites.” Asimismo, en un tiempo la Iglesia pensó que el comunismo gobernaría el mundo en el futuro. Nosotros razonamos, “El Señor no puede moverse bajo tales dictaduras ateas,” pero estábamos limitando a Dios. En su tiempo, el Señor desarraigo el sistema entero, comenzando con el muro de Berlín. Su Espíritu barrió todo el Este de Europa y Rusia. 

Los cristianos tenían el mismo pensamiento respecto a la cortina de Bambú. Nosotros limitamos a Dios para moverse en China, pero hoy día aquella inmensa nación está encendida por el Espíritu Santo de Dios. También ponemos límites a Dios en Cuba. Pero yo vi una película que mostraba a 100.000 metodistas allí ardiendo en el Espíritu Santo. 

Te digo, Dios no tiene fronteras, ningún límite, incluso en el mundo del Islam. Un avivamiento puede tomar lugar en cualquier lugar donde al Señor le plazca. Puede ser en tu casa, con tus hijos, incluso con tus seres queridos inconversos. Y Dios puede destruir el aborto o la pornografía en cualquier momento. Nuestra tarea es solamente dejar de lado lo que nuestra carne piensa o supone, y rendirnos a las fieles promesas de Dios. Nosotros necesitamos creerle para ver milagros.

Mientras enfrentas tu propia lucha, recuerda que el Señor no te dejará. Él te llama su amigo, y él todavía tiene su mano sobre ti. Todo lo que él pide es un corazón arrepentido y confianza absoluta en sus promesas. Debes, eso sí, considerar esta advertencia: aunque Dios nunca te dejará, tú si puedes dejarlo a él. Y eso conduce a la dureza de corazón. Recuerda el ejemplo de Saúl. Si ese hombre endurecido se hubiera vuelto a Dios y no a una bruja, Dios lo habría salvado.

Ahora mismo, enfrentas una zarza ardiente y una voz profética. Yo creo firmemente que el Espíritu Santo te está hablando a través de mis palabras, diciendo, “Esta es tu hora de libertad. No sueltes este mensaje inalterado, sin cambiar. No te permitas seguir adelante llevando algún desaliento, esclavitud, culpabilidad, fortalezas del enemigo ni dejándote asediar del pecado. En cambio, pon tus cimientos en las promesas del Nuevo Pacto. Tú eres del Señor, y él te necesita. Pronto él te conducirá a verdes pastos y aguas de reposo. De modo que ahora, por fe, recibe su amor, poder, perdón y libertad. Tus mejores días están aún por delante.” 

“Porque no abandonará Jehová a su pueblo, ni desamparará su heredad” (Salmo 94:14).