LO MEJOR ESTA AUN POR LLEGAR

Noemí, su esposo y sus dos hijos se ven obligados a abandonar su tierra natal en Judea debido a la hambruna. Después muere el esposo de Noemí. Sus hijos se desposan con mujeres moabitas quienes durante diez años no pueden concebir hijos. Y luego mueren sus hijos, dejando a las dos viudas en la casa de Noemí. A pesar de que Rut le es fiel a Noemí, termina con la amarga queja de Noemí: "Llena me fui, pero vacía me ha hecho volver el Señor. El Todopoderoso me ha afligido."

La historia comenzó con la pérdida que sufre Noemí. Y termina con la ganancia de Noemí. Comienza con la muerte y termina con el nacimiento. Un hijo ¿para quién? El 4: 17 es el gran destino final de la larga y retorcida carretera de Noemí. Y las mujeres vecinas le dieron un nombre, diciendo: "Le ha nacido un hijo a Noemí". ¡No a Rut! ¡Sino a Noemí! ¿Por qué? Para demostrar que no era cierto lo que Noemí había dicho en 1:21, que el Señor la había devuelto vacía desde Moab. Y si tan sólo aprendiéramos a esperar y a confiar en Dios, se demostraría que todas nuestras quejas contra Dios están equivocadas.

Señales de la misericordiosa obra de Dios en los dolorosos contratiempos
El libro de Rut fue escrito para ayudarnos a ver las señales de la gracia de Dios en nuestras vidas, y para ayudarnos a confiar en su gracia aun cuando las nubes son tan densas que no podamos ver la carretera, y mucho menos los letreros en los lados de la misma. Volvamos atrás y recordemos que fue Dios quien actuó para convertir cada revés en un peldaño hacia la felicidad, y que Dios, en todas nuestras amargas providencias, es quien está trazando un plan para nuestro beneficio.

Primero, cuando la vida de Noemí parecía derrumbarse en Moab, fue Dios quien le dio a Rut. En 1:16 "Tu Dios será mi Dios". Dios se había ganado la lealtad de Rut en Moab y así, era a Dios a quien Noemí debía el maravilloso amor de su nuera. También en 2:12 se nos dice que cuando Rut llega a Judea con Noemí, ella viene a refugiarse bajo las alas de Dios. Por tanto es a Dios a quien debemos el hecho de que Rut haya abandonado su casa y a su familia para seguir y servir a Noemí. Todo el tiempo ha sido Dios quien convertía los reveses de Noemí en alegría, aun cuando ella no se percataba de Su gracia.

Segundo, Noemí nos da la impresión de que no hay esperanza de que Rut pueda desposarse y criar hijos para continuar la línea familiar (1:12). Pero mientras tanto Dios le tiene reservado un hombre devoto y acaudalado llamado Booz para llevar a cabo precisamente esto. La razón por la que sabemos que esto era obra de Dios es porque la misma Noemí lo admite en 2:20. Ella acepta que tras el encuentro "casual" de Rut con Booz se encontraba "la bondad de Dios que no ha abandonado a los vivos ni a los muertos". En cada pérdida que los piadosos han de sufrir, Dios ya está planificando su ganancia.

Tercero, ¿quién fue el que dio a las estériles entrañas de Rut un hijo, para que las mujeres de la localidad pudiesen decir: "Un hijo le ha nacido a Noemí?" Dios le dio el hijo. Miren en 4:11: la gente de la localidad oran por Booz y Rut. Ellos saben que Rut estuvo casada durante diez años y no tuvo hijos. Así que se acuerdan de Raquel, a quien el Señor había abierto su vientre hacía mucho tiempo. Y le oran al señor para que haga que Rut sea como Raquel y Leah. Y el Señor hizo que concibiera".

Así que una y otra vez es Dios quien estaba actuando en los amargos infortunios de Noemí.
Cuando perdió a su esposo y a sus hijos, Dios le dio a Rut. Cuando no podía imaginar a ningún pariente que criara un hijo para la continuación del linaje familiar, Dios le dio a Booz. Cuando la estéril Rut desposó a Booz, Dios le dio un hijo. El eje de la historia está en la vida de Noemí. La vida de una persona devota no es una línea recta hacia la gloria, pero Dios se asegura que lleguen a ella.

Una abuela sosteniendo a un niño pequeño tras una vida ardua y de mucho sufrimiento. Ah, pero ese no es el final de la historia.

Si la historia de Rut simplemente terminara en un pequeño pueblo de Judea con una abuela abrazando a su nieto, quizás la palabra gloria sería una exageración. En el versículo 17 dice simplemente que este niño, Obed, fue el padre de Isaí, e Isaí fue el padre de David. Y de repente comprendemos que todo este tiempo hay algo mucho más grande en perspectiva de lo que somos capaces de imaginar. Dios no estaba simplemente trazando un plan para bendecir a unos pocos judíos en Belén. Estaba haciendo los preparativos para la venida del más grande rey que Israel había tenido, David. Y el nombre de David trae consigo la esperanza del Mesías, la nueva era, paz, rectitud y la liberación del dolor, del llanto, de la tristeza y de la culpa. Esta sencilla y corta historia se ensancha como lo hace un pequeño arroyo cuando llega a un gran rio de esperanza.

Uno de los grandes males de nuestros días es la trivialidad. Las cosas con las cuales la mayoría de la gente pasa su tiempo son completamente triviales. Y lo que hace que esto sea una enfermedad es que nosotros, que fuimos creados a imagen de Dios, estamos hechos para vivir por causas grandiosas.
¿A qué se debe que en el periódico exista una sección completa dedicada a los deportes, y casi nada dedicada a la historia más grande del universo - el crecimiento y el despliegue de la iglesia de Jesucristo? Es una locura, una verdadera locura, que insignificantes juegos ocupen un papel preponderante en nuestra cultura
Así que la palabra gloria no es demasiado fuerte. La vida de una persona devota no es una línea recta hacia la gloria, pero siempre llegan a ella. – Dios se ocupa de que así sea.

Existe una esperanza para nosotros que va más allá del precioso bebé y de la feliz abuela. Si no la hubiera seríamos los más desgraciados entre los hombres. La historia apunta hacia David. Y David apunta hacia Jesús. Y Jesús apunta hacia la resurrección de nuestros cuerpos mortales (Romanos 8:23) cuando "ya no haya más muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado" (Apocalipsis 21:4).

Lo mejor está aún por llegar.