EL LLAMADO AMOROSO DE DIOS

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David” (Isaías 55:1-3).

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio” (Isaías 55:1).

Venid a las aguas...” Era una palabra que los vendedores utilizaban para atraer a los clientes. Para que no pasen de largo del vendedor, él grita: “A todos los sedientos: Venid a las aguas...venid, comprad y comed...sin dinero y sin precio” – como un hombre vendiendo jarras de agua, vino, y leche a los viajeros sedientos.

Hay cinco ordenes en el texto, “venid, comprad y comed, venid, comprad” El primer “venid” implica que el hombre sediento no está donde el agua está, y él debe llegar a ese lugar.

Aquí vemos el amor de Jesús hacia los hombres. Jesús viene, no como cualquier vendedor que conocemos – porque Él no pide dinero. Jesús realmente viene como un mendigo, ¡pidiéndole a los pecadores tomar lo que Él ofrece libremente a ellos! Pero el hombre es tan pecador, depravado y rebelde que el Salvador debe venir como un pobre mendigo Árabe que ofrece dar agua, vino y leche de forma gratuita a aquellos que están muriendo de sed espiritual. Piensa también en los corazones deformados y necios de los pecadores, tan arruinados que deben ser rogados por el Salvador para tomar un poco del agua, que Él está regalando aquí en el árido desierto de este mundo seco.

No simples palabras de este predicador, o cualquier otro cristiano, te llevarán a Jesús. Para usar las palabras de Jesús, Él debe “forzarte a entrar”. Tú preferirías morir de hambre, y morir de sed, que venir al banquete de bodas y disfrutarlo. Oh, la locura de los pecadores perdidos, ¡no tener interés en esta oferta! ¡El Salvador es tan amable y cariñoso, insistiendo en rogarte a tomar Su agua y leche gratis! ¿Cómo puedes ser tan necio e ingrato como para hacerte de oídos sordos ante Él?

Hay dos características diferentes, de las [aguas] que Dios ofrece. Primero, lo que Dios ofrece satisface. No hay vacío en lo que Él da. Está lleno, abundante y desbordante. Segundo, Dios dice que si el comprador no tiene dinero, entonces no hay costo o precio – es absolutamente gratis

El texto dice: “A todos los sedientos...y los que no tienen dinero”. ¿Alguna vez has deseado ser convertido? ¿Has pensado que te sentirías más cómodo si fueras salvo? Puedes pensar que no eres lo suficientemente sediento. Pero ese es el mismo error que los que no piensan que tienen suficiente convicción. Una persona me escribió una nota en una tarjeta de oración. Esa persona dijo: por favor ore por mí para tener convicción de mis pecados.” Yo sé que esta persona tiene profunda convicción de pecado. Esa persona se siente muy mal cada vez que predico. ¡Ella no necesita más convicción! ¡No! ¡No! Ella tiene convicción y sed como cualquiera a quien he hablado acerca de la salvación. ¡Ella me pidió que orara por ella para que tuviera más convicción! No oré por su petición. En cambio oré por ella para que actuara en la convicción que ya tiene – ¡y venga a Jesús! ¿Qué crees que Dios tiene que hacerte a ti? ¿Esperas que él te lleve a la locura? ¡Él no lo hará! ¡Yo digo que tienes tanta sed y convicción que más sed y más convicción no te hará ningún bien! ¡Ya tienes suficiente sed! Ahora ven a Jesús – ¡y todas tus preocupaciones y temores se irán! El texto dice: “Venid, comprad y comed...sin dinero y sin precio”.

¡Es gratis! ¡Es gratis! ¡Es gratis!

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (Isaías 55:1).

Esa es la invitación amorosa de Jesús para ti.

“¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?” (Isaías 55:2a).

Sé que estoy hablando con algunos de ustedes que han estado espiritualmente hambrientos por largo tiempo. Necesitas pan que va a satisfacer tu alma. Has anhelado estar satisfecho, pero trabajas para lo que no satisface, y nunca te va a satisfacer. Ahora, ¿Quiénes son los que hacen eso? Los describiré. ¡Si se aplica, aplícalo a ti mismo!

Ellos son los que tratan de satisfacer sus almas con la religión exterior. Vienes a la iglesia por costumbre. Has estado viniendo a la iglesia durante mucho tiempo. Sabes muchos himnos de memoria. A menudo ni siquiera tienes que mirar el cancionero. Puedes encontrar el lugar en la Biblia rápidamente. Hasta pueda que sepas el verso de memoria. Pero nada de eso, por sí solo, puede darte paz y salvar tu alma. ¡Y esas cosas no pueden satisfacerte ni salvarte! ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca!

Has ido ganar almas. Pero tu alma no está salva. Has venido repetidamente a la reunión de oración, pero tu corazón no está satisfecho. Has dado dinero a la obra del Señor, pero tu corazón es miserable.

Escucha el gentil regaño del Salvador, “¿[Por qué] gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?” (Isaías 55:2). Nada para lo que trabajas, nada en lo que gastas el dinero, nada de lo que compras – nada de esto jamás va a satisfacer los deseos espirituales profundos de tu alma. Creo que ya lo sabes, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no dejas de tratar de ser satisfecho de esa manera? ¿Por qué no simplemente vienes a Jesús?

“Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” (Isaías 55:2b).
Ese mandato amoroso es muy sencillo – “Oídme”. Sólo significa “escucha”. ¡Oh, pero eso no es todo lo que dice! La siguiente palabra es lo más importante – “atentamente” – “Oídme atentamente”. Yo creo en la inspiración divina de todas las palabras de la Biblia. El Hebreo y el texto Griego de la misma fue dada por Dios a través de la inspiración, palabra por palabra, a los profetas y a los Apóstoles. Eso es “inspiración verbal, plena”, que todos los grandes predicadores del pasado creyeron. Aquí Dios nos dio dos palabras, “oídme” y “atentamente”. La palabra Hebrea traducida “atentamente” es “qashab”, que significa “poner mucha atención”, (Strong). “Oídme atentamente” – escucha con mucha atención – no al profeta, sino al “Señor”.

Cuando se obedece Su mandato amoroso no estás lejos de ser salvo. “¿Pero no todos escuchan la predicación de la Palabra de Dios?” Preguntas. Sí, de una manera lo hacen, pero no “atentamente” – con mucha atención. Ha sido mi experiencia, cuando veo a alguien en la congregación escuchando así, encontrar que ha sido convertido por oír ese sermón.

La otra noche vi a una joven escuchando “atentamente” cuando predicaba. Después de un rato, casi parecía que éramos las únicas dos personas en la reunión. Cuando la miré, ella estaba escuchando “atentamente” a la predicación de la Palabra de Dios. Yo pensé: “Esa joven va a ser salva esta noche”. ¡Y ella fue! ¡Ella confió en Jesús después del sermón! Ella no estaba escuchando con indiferencia, como muchos lo hacen, dejando que sus mentes vayan y vengan. Ella estaba escuchando “atentamente”. Efectivamente, ella fue salva esa noche.
“Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura – Escuchadme cuidadosamente y comed del bien, y se deleitará vuestra alma en mi abundancia” (Isaías 55:2b).

¡Si escuchas la predicación de la palabra de Dios de esa manera, en lugar de pensar tus propios pensamientos, pronto confiarás en Jesús y tu alma va a “deleitarse” en Su rica abundancia! Así que Jesús te manda, no sólo que oigas atentamente a la palabra de Dios, sino también que comas, es decir, que recibas el Evangelio en tu propia alma. En el siguiente versículo Jesús dice: “Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma” (Isaías 55:3 a). Escucha como si tu vida dependiera de ello – ¡y ven a Jesús! ¡Tu alma vivirá! ¡Serás salvo! ¡Serás regenerado! ¡Vivirás de entre los muertos! “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1). ¡Alabado sea Dios! ¡Esa es una conversión verdadera!

“…y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David” (Isaías 55:3b).

Tú puedes temer que nunca serás salvo, que vas a morir en la desesperación. Pero si escuchas el Evangelio atentamente, y viene a Jesús, vivirás. ¡No vas a estar en un estado de muerte espiritual! ¡No! ¡No! Vivirás – ¡y vivirás para siempre en el reino de Dios!

¡Gracias a Dios, Jesús lo dice! Yo haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David”. Cuando eres salvo, tienes un “pacto eterno” con Jesús. ¡Cuando tú estás en ese pacto, nunca puedes salirte de él! Lo último que David dijo fue “...él ha hecho conmigo pacto perpetuo…Toda mi salvación y mi deseo” (II Samuel 23:5). ¡Este pacto eterno es lo que Dios ha prometido hacer con todo pecador que se acerca a Jesús y confía en Él!


¡Oro que oigas atentamente, y vengas a Jesús ahora mismo, esta noche! ¡Su Sangre limpiará tu pecado, y serás salvo para siempre, en un pacto eterno con el Hijo de Dios! Amén y Amén.