Si
tú estás siendo azotado o castigado por Dios, no es para maldición sino para
bendición. Si soportas la disciplina, entonces, Dios te trata como a hijo. Y
dice la palabra de Dios: ¿Qué hijo hay a quien su padre no discipline? Nuestros
padres nos disciplinaron por un tiempo, de acuerdo a lo que a ellos les
parecía, y nosotros los honramos por habernos castigado, pero Dios, para lo que
nos es provechoso, nos castiga y disciplina.
Colosenses
2: 1 al 4: Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y
por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; para
que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las
riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre,
y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento. Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas.
El
apóstol Pablo estaba luchando para que nadie logre convencer a los creyentes
con palabras persuasivas; luchaba para que entendieran bien cuál era la manera
de tener una relación correcta con Dios y que el conocimiento y la sabiduría de
Dios estén sobre los creyentes. Porque los cristianos, la mayoría de las veces,
carecemos de luz para enfrentar algunas situaciones en las que necesitamos
sabiduría e inteligencia, y le pedimos a Dios, que es inteligente, que Él se
encargue del asunto. Pero muchas veces, Dios no contesta porque quiere que
nosotros seamos sabios e inteligentes como Él es.
Señala
este pasaje, que Pablo luchaba para que sean consolados los
corazones de los creyentes. Algunos viven desconsolados porque no saben qué
hacer con su matrimonio, otros no saben qué hacer con sus hijos, con las deudas
o enfermedades que tienen, entonces, el apóstol Pablo, batallaba, y
evidentemente lo hacía espiritualmente, en oración, porque no quería que los
cristianos fuesen confundidos sino que sus corazones sean consolados, y estén
unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas del pleno entendimiento.
Este
versículo no sugiere algo ideal sino real; estar unidos en amor, hasta alcanzar
todas las riquezas del pleno entendimiento, es decir, llegar al punto en el que
el creyente sabe donde está parado en cada situación y sabe qué hacer con
ellas. ¡La idea de estar unidos en amor es que alcanzamos todas las riquezas
del pleno entendimiento!
Yo
me he preguntado: ¿Qué tiene que ver el amor con el pleno entendimiento? Señala
la Biblia: …a fin de conocer el misterio de Dios del Padre, y de Cristo, en
quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
¿Quién va a errar en el camino o en alguna decisión si tiene todas las riquezas
del pleno entendimiento y todos los tesoros del conocimiento de Jesucristo? ¡No
hay manera de errar! ¡Tienes eso y eres la mujer maravilla o eres Tarzán! ¡Ya sabes
qué hacer con tu economía o con las deudas! ¿Has visto a los creyentes
endeudados?
¡Esos no tienen ningún tesoro! No saben salir de las deudas, pero
sí cómo endeudarse más.
¡Tienen falta de entendimiento y de sabiduría! Su
razonamiento es: Tengo una deuda que me está afligiendo y me vuelve loco, no sé
cómo hacer para saldarla, voy a conseguir otro crédito y con él, voy a pagar la
deuda que tengo, así me voy a sentir aliviado. Con la otra, después veremos qué
hacemos. Pastor, me dice un hermano, sabe que saldé toda la deuda y me saqué un
peso de encima. ¡Un milagro! le respondí, ¿cómo fue? Bueno, me contestó, ¡saqué
otro préstamo y me metí en otra deuda!
Lo
mismo pasa con los matrimonios que no saben cómo solucionar sus diferencias; se
aman pero se pelean mucho, y llegan a la conclusión de que aunque se aman, lo
mejor es divorciarse. ¡Faltan riquezas del conocimiento de Jesucristo! Ellos no
entienden que Dios detesta el repudio. En la Biblia, al divorcio se le llama también,
repudio y Dios abomina eso. Pero como no están llenos de esas riquezas de pleno
entendimiento, ni conocen los tesoros de la sabiduría y de la inteligencia que
habitan en Jesucristo, llegan a la conclusión de que lo mejor es separarse.
He
estado conversando con un matrimonio, y después de escuchar todos
los problemas que estaban atravesando, le pregunté al esposo primeramente, cómo
pensaba él que se podía solucionar el asunto, a lo que me respondió: Yo estoy
esperando que ella cambie. Luego me dirigí a ella y le pregunté: ¿Vos estás
esperando que él cambie? Sí, me respondió. ¡Se van a cansar esperando que el
otro cambie! Porque según lo que me enseña la Biblia, yo debo cambiar primero,
y cuando lo he logrado, mi cambio, provoca cambios. Yo debo controlar al indio
que tengo adentro, tengo que controlar mi yo y mi ego. Yo no puedo controlar el
ego o el alma de la otra persona, pero Dios me ha dado espíritu de amor, de
poder y de dominio propio para saber controlarme.
El
cristiano vive de manera lamentable, cuando tienen tantos errores en la
apreciación o en la visión de cómo encarar un problema y solucionarlo; está
contento con Cristo pero sufre dolores por todos lados. ¡No tiene la vida plena
que Jesús ha prometido! El Señor dijo en su palabra: Yo he venido para que
tengan vida y para que la tengan en abundancia.
No para que a la hora de
enfrentar un problema clames: ¡Dios, toca este problema y soluciónalo! Y Dios
te contesta: ¡Yo te lo he mandado para que seas tú quien lo resuelva! Tu
universidad o tu escuela, es la vida que Dios te ha dado para que vivas. Ningún
problema le ha sobrevenido a algún cristiano para hundirlo sino para que sea
probado, rinda el examen, salga bien y pase al siguiente nivel. Entonces, ¿qué
tiene que ver esto de, unidos en amor hasta alcanzar todas las riquezas?
Dios
me dijo: Desde el amor, la perspectiva de la vida es distinta, que estando
fuera de éste. Unidos en amor significa: Desde del amor. Estando en esa
posición podrás ver e identificar exactamente el problema tal cual es y podrás
tomar decisiones acertadas. Porque, si te guía un espíritu de amargura, el
problema que tienes lo verás desde otra perspectiva y no será la del amor. Y la
perspectiva, o la visión, desde el amor, es la correcta y la verdadera, para
poder entender qué pasa en mi matrimonio, en mis finanzas, en mi familia, para
entender por qué sufro de soledad, por qué tengo temores, etc. El amor es el
que hace que las cosas se vean desde la perspectiva exacta.
Colosenses
2:2: …para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar
todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios
el Padre, y de Cristo,… ¡Si no es en amor, jamás vas a conocer los misterios de
Dios! Concluimos que el amor produce acercamiento entre las personas; el amor
produce acercamiento del creyente con Dios, y a ese acercamiento le llamamos
intimidad. ¡No hay intimidad si no hay amor! ¡La verdadera intimidad es la que
produce el amor! ¿Cómo funciona esto?
Cuando una mujer ama a un hombre y es
correspondida por él, y ella lo siente, entonces se anima a abrirle su corazón
y le cuenta lo que no le ha contado a nadie jamás.
Tal vez ha sido violada en
su niñez y nunca se había animado a contárselo a sus padres, pero ahora se
siente segura con ese hombre y le cuenta su intimidad. Entonces, la mujer y el
hombre comienzan a intimar. Llega el momento en que ese hombre tiene más
intimidad con la mujer que con sus propios padres. Si hay verdadero amor entre
la mujer y el hombre, éste se ablanda y abre su corazón también produciéndose
intimidad. ¿Quién produce el acercamiento y la intimidad? ¡El amor! Y la
intimidad, lleva en si misma conocimiento. Si quieres conocer mejor a tu
esposa, ámala más; si quieres conocer mejor a tu esposo, ámalo más, porque es
en el amor que se produce esa intimidad y ese conocimiento que se necesita para
vivir mejor.
El conocimiento y la intimidad van de la mano, entonces, sucede
también que una mujer, que jamás se desnudaría ante un hombre, lo hace delante
del ser que ama, allí se produce la intimidad sexual y la relación íntima. Hay
un conocimiento en cuerpo, en mente y en alma. ¡Eso es lo que Dios quiere para
tu matrimonio!
Con
Dios sucede igual, si no lo amas, no hay intimidad con Él. No es nada que tú te
le acerques a Dios y le digas: Padre, estoy dolido, te necesito. No es
suficiente que le digas: Señor he pecado. Si tú amas a Dios, lo más grandioso
de todo, no es que tú le abrirás tu corazón sino que Él te abrirá el suyo.
¡Eso
es lo más hermoso del amor! ¡Porque Dios sabe a quien abrirle el corazón! ¿Para
qué te va a andar contando cosas si tú estás lleno de resentimientos y de amarguras?
Si tú lo acusas y dices: Si Dios es justo, ¿por qué permite que me suceda esto?
Así, Dios no puede tener intimidad contigo. ¿Qué te voy a contar cosas si
tienes un mal concepto de mí y no me amas?, te dice el Señor.
Muchas
veces cuestionamos a Dios y queremos hacer nuestra propia voluntad, y nos
molestamos porque Él no hizo el mandado que le pedimos y decimos: ¡Yo le pedí a
Dios que hiciera esto y no lo hizo, ya no creo más en Él! ¡Parecemos niños
caprichosos! ¡Creemos que Dios es un mozo, pero no lo es! ¡Tú eres el siervo o
la sierva de Dios! ¡Yo le pedí a Dios y el no me hizo caso! ¡Así no funciona la
intimidad y no funciona el amor!
Hay
quienes no conocen las riquezas del pleno entendimiento, no conocen los tesoros
de la sabiduría y de la inteligencia que están en Cristo para nosotros, porque
no han logrado amar a Dios ni a los hermanos. Fíjate que amar tiene grandes
ventajas; el corazón de Dios es revelado, su propósito y su luz vienen a
nosotros cuando lo amamos profundamente a Él y a nuestros hermanos, porque Dios
nos exige, no sólo amarlo a Él, sino también a los hermanos. ¡Ahí se puso más
difícil! A mi me resulta fácil amar a esos hermanos, que, cuando termina el culto,
se me acercan y me dicen: ¡Ah pastorcito, gracias por la palabra que me ha
dado! ¡Dios lo bendiga! ¡Gracias a Dios por su vida! ¡Yo, a esas personas las
amo más fácil!
Pero, resulta que Dios me mandó a amar a los otros también, a
esos que andan hablando mal de mí y dicen: ¿Quién se cree que es? ¡Acá somos
todos iguales! Algunos son más fáciles de amar, en cambio, otros son más
difíciles. Pero el verdadero amor se manifiesta con misericordia hacia aquellos
que menos te aman. ¡Eso es lo que más le gusta a Jesús! Él dijo: No invites a
cenar a quienes te pueden invitar a ti de nuevo. ¿Por qué mejor no invitas a
uno que no tenga que comer? Es que el pobre no me gusta, además no me va a
poder retribuir lo que hice por él y encima me va a ensuciar todo. Pero, la
promesa del Señor es que, Él va a consolar nuestros corazones, unidos en amor,
hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento. ¡Todas las riquezas!
O sea que, mientras más amas, más conoces; mientras más amas, más riquezas del
entendimiento alcanzarás.
1ª
Corintios 2: 9: Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído
oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los
que le aman. ¡Sorpresas para los que le aman! ¿Te quieres perder eso? Comienza
a decirle a todos cuánto los amas, prométales que cada día los vas a amar
mejor. A tu esposa, en lugar de ir a pelear dile: ¡Cómo te amo mi amor! Desde
la perspectiva del amor, uno ve las cosas mejor.
En
el Salmo 73, el salmista Asaf se queja y dice de todo, está cansado porque ve
muchas injusticias; ve que los injustos prosperan mucho y se hacen ricos y no
tienen miedo de morirse, etc. Y de tanto pensar pavadas termina diciendo: Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia
(Salmos 73:13). Tal vez tú has declarado algo semejante como: Esto me pasa por
ser bueno… ¡Si hubiera sido malo estaría mucho mejor! Yo que hecho tanto bien a
todo el que he podido, y ahora que necesito, nadie está conmigo. Esos
pensamientos y dichos no provienen del amor sino del ego. Yo que soy tan bueno,
mira ahora lo que me pasa.
Proverbios
3:32…Mas la comunión íntima del Señor es con los justos. Comunión íntima
significa que yo sé lo que Dios me está diciendo y Él sabe lo que yo le quiero
expresar. Yo se que, lo que estoy sintiendo, es lo que Dios me dice y no lo que
a mí me parece, y no es que lo siento sino que lo sé. Tengo una comunión tal
con Dios que yo sé lo que Él quiere. Y si me preguntas por qué sé, yo te
respondo: ¡Porque lo sé! Si me pides explicación de por qué lo sé, yo te
respondo que sólo sé que lo sé. ¡No hay explicación! ¡Eso es la fe! ¡Sé que lo
sé!
Yo
le pregunté: ¿Señor, quiénes son los justos? Y Él me respondió: No hay persona
más justa que aquel que ama. La justicia de Dios se revela en la ley del amor;
la justicia responde a la ley, y ésta es: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón y amarás a tu prójimo como yo te he amado a ti.