“Apacentando
Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a
través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el
Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza”, Éx. 3:1-2Aa.
Han
pasado cuarenta años desde que Moisés huyó de Egipto, y se ha refugiado en la
tierra de Madián, está casado con Sefora, y tiene un hijo a quien le puso por
nombre: Gersón, cuyo significado es “forastero soy en tierra ajena” (Éx. 2:22),
y expresa en buena manera lo que estaba Moisés viviendo: estaba muy lejos de su
pueblo, en tierra extranjera, no volvió a ver a sus padres, y vive con
nostalgia en su corazón.
Ahora
es pastor de ovejas, y son muy importantes los detalles que la Escritura nos
brinda, por ejemplo nos dice que: eran “las ovejas de Jetro su suegro” (no eran
de él, entonces aunque habían pasado muchos años no le había ido muy bien), y
también nos dice el texto: las “llevó a través del desierto”, de manera que
hablamos de un camino difícil: calor de día, mucho frio de noche, peligros,
soledad, etc. Pastorear ovejas a través del desierto no era cosa fácil.
Considerando
que para Moisés han pasado cuarenta años, tiene familia, vive muy lejos de la
tierra de sus padres y es pastor de ovejas, seguramente en su mente y corazón
ya no laten con fuerza aquellos sueños de ser un libertador, un gran líder y un
poderoso instrumento de Dios. Probablemente los había olvidado. Pero Dios no,
aunque había fallado, aunque estaba en un desierto, aunque tenía ochenta años
de edad, Dios no lo había desechado, ni lo había olvidado.
La
Escritura nos dice que Moisés “llegó hasta Horeb, monte de Dios”, la palabra
Horeb significa: desolado, seco, desierto. La Biblia lo califica como “monte de
Dios”, lugar de manifestación divina. Es un lugar donde no hay muchas voces, ni
distracciones, soledad en la que Dios se manifiesta, y a la cual a veces nos
lleva para escuchar sólo Su voz y en medio del “desierto” donde reconocemos
nuestra débil condición.
Dios
se le aparece a Moisés en el desierto, a sus ochenta años, en un escenario y
modo que ninguno de nosotros esperaría. Pero así es Dios, se manifiesta cuando
él quiere, y dónde él quiere (de acuerdo a Su perfecta voluntad), él es el
Señor, Dios todopoderoso y soberano. Moisés (por el fracaso del pasado) huía de
la gente, de grandes responsabilidades, de cualquier posible liderazgo, pero no
podía huir y esconderse de Dios. Por eso el salmista dice: “¿a dónde huiré de
tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Cuando hemos cometido errores significativos en nuestra vida o
ministerio, o hemos experimentado decepciones, somos tentados a huir, a no
intentarlo de nuevo, o pensamos en olvidar lo que un día soñamos. Sin embargo,
la Escritura nos enseña que Dios es restaurador por excelencia, él no desecha a
sus hijos y vuelve a convocarlos a su plan celestial, animándolos y depositando
en ellos Su poder. Adelante, acércate al monte de Dios (quiero decir a Su
presencia) y él te hablará y te enviará con un nuevo nivel de gloria.