2 Cor.4;
8,9 Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros,
mas no
desesperados; Perseguidos, más no desamparados; derribados, pero no destruidos;
A
veces, los cristianos tienen expectativas de una vida perfecta, sin problemas,
pero la Palabra dice que lo mismo ve la muerte un justo que un impío. Ante las
dificultades, nos confundimos y cuestionamos: ¿Por qué me sucede esto? ¿Será
que Dios está conmigo? Si nos formamos falsas expectativas, no vivimos por fe
sino por ilusiones y fantasías que al final serán defraudadas. En la Biblia
leemos sobre muchos hombres y mujeres que no vivieron siempre felices o sin
problemas, al contrario, son personas que supieron sobreponerse a la adversidad
y fueron fieles al Señor.
Dios
también pierde algunas veces. Saúl, por ejemplo, no fue buen rey, por eso, el
Señor levantó a David que haría lo que Él le pidiera. Nosotros hemos superado
malas situaciones y el Señor también. Jesús perdió a Judas, pero luego levantó
Pablo que escribió el 80% de las epístolas. Dios nos enseña cómo reaccionar
ante el fracaso. Lo correcto es levantarse y continuar porque podemos perder,
pero triunfaremos al final. Si caíste, ¡levántate!
Dios
siempre está con nosotros, ganemos o perdamos. Todos somos Sus hijos y no con
todos gana siempre. Reconoce que a veces pierde contigo porque no le obedeces,
entonces, si Él mismo ha perdido y no te abandona, ¿cómo nos atrevemos a
renegar de nuestras dificultades y decir que fracasamos? No te abandones
dándote por vencido, no te decepciones si pierdes en algo. No siempre
ganaremos, pero si perseveramos, seremos vencedores. El miedo a que nos suceda
algo malo, no debe limitarnos para experimentar lo bueno que puede venir, si
nos atrevemos a seguir adelante.
A
Dios hay que tenerle paciencia porque nuestro tiempo no es el mismo que el
Suyo. Actúa cuando debe no cuando quiere. El Salmo 40: 1-4 es confuso porque
dice que esperó pacientemente pero está en el pozo de la desesperación. No se
entiende si está desesperado o no. Pozo significa desastre y estar metidos en
un desastre es desesperante, pero debemos tener paciencia porque si confiamos,
Él nos sacará. Aunque estoy en el hoyo de la desesperación, te esperaré con
paciencia.
Pablo
dice que estamos atribulados en todo, y tribulación en griego significa:
problemas y crisis. Es una circunstancia externa, así como estar en apuros,
perseguidos o derribados. Por el contrario, la angustia, desesperación o
desamparo son sentimientos internos a los que no debemos dar espacio. Nuestra
expectativa debe ser interna, no externa. El hombre más santo y correcto puede
pasar tribulación, pero tendrá paz y se levantará con fe en el Señor. Pablo
dice que afrontamos crisis pero Dios y Su paz gobierna en nuestros corazones.
Nunca estaremos desamparados porque Cristo es nuestra esperanza.
Que
estés en un apuro no te hace mal cristiano. Podemos estar atribulados, en
apuros, perseguidos y derribados, pero nunca desesperados, angustiados,
desamparados o destruidos. No podemos alimentar falsas expectativas de la vida
por fe. El cristiano también pierde familiares, le roban o enviuda pero el
final, siempre triunfa porque Dios no lo abandona. Los justos empiezan de nuevo
cuando otros piensan que todo acabó.
Nunca
te creas destruido. Puedes estar con la batería baja pero nunca en off. Confía
porque Dios te levantará, está contigo y nunca de abandonará. La victoria final
será para quienes luchan, convencidos de Su amor infinito.