Es la historia del Rey David y su única aventura adultera con Betsabé. Tan pronto como ella descubrió su condición, ella le manda una nota a David, diciendo: Estoy embarazada.
Cuando David leyó la nota, tuvo pánico. Su reputación como un hombre piadoso y recto estaba en peligro. Él era un hombre que había escrito más de 3.000 Salmos y cánticos espirituales. Él fue el instrumento de Dios al matar los enemigos de Israel. Y él era el ejemplo de persona para el mundo lo que significaba tener un gran corazón para Dios.
Ahora, David pensó no tan solo en su reputación, sino en la del Señor. Si su pecado fuera mostrado, un gran escándalo inundaba su mente. David, creó un plan para cubrir su aventura con Betsabé. Mando un mensaje a Joab, el general del su ejército. Envíame a Urías, el heteo. 2 S. 11:6.
Urías era el esposo de Betsabé, y era parte de la infantería del ejército de Israel. 2 S.23:39. Cuando Joab recibió el mensaje, mando a Urías a Jerusalén, para averiguar lo que David tenía que decirle.
Cuando Urías llego, David lo recibió en su residencia real rápidamente comenzó una conversación militar. Le preguntó: ¿Cómo va la guerra? Y ¿cómo está tu general? ¿Tus compañeros se están llevando bien? Urías debió preguntarse: ¿De qué se trata todo esto? Soy solo un hombre de infantería. No hice nada que merezca este tipo de atención. O, también se habrá puesto dudoso. David le estaba tendiendo una trampa a Urías. El rey pensó que su problema se solucionaría si solo pudiera poner a Urías en la cama de Betsabé por una noche. Así Urías pensaría que él había causado el embarazo de su esposa. David le dijo: Has peleado una larga batalla, y debes estar cansado. ¿Por qué no te vas a tu casa y descansas esta noche? Enviare comida especial para que disfrutes. Cuando Urías se fue, él no fue a su casa. Durmió en la casa de guardias en las afueras del palacio. Cuando David supo esto al otro día, llamo a Urías y le pregunto: ¿Por qué no fuiste donde tú esposa anoche?
Urías contestó: El Arca, Israel y Judá habitan bajo tiendas; mi señor Joab y los siervos de mi señor, en el campo; ¿cómo iba yo a entrar en mi casa para comer y beber, y dormir con mi mujer? ¡Por vida tuya y por vida de tu alma, nunca haré tal cosa! 2 S. 11:11.
El terror del rey aumentó, ordeno que Urías se quedara en Jerusalén una noche más. Puso otro plan en acción. Esa noche, invitaría a Urías a su mesa a cenar, lo llenaría de vino y lo emborracharía. Sí Urías perdía sus estribos, se olvidaría de sus compañeros y querría dormir con su esposa.
¿Puedes imaginarte a este rey piadoso, un predicador de justicia, tratando de emborrachar a uno de sus fieles soldados? Eso es exactamente lo que David hizo. Y el plan funcionó: Urías se emborracho. David dio órdenes a sus guardias del palacio, lleven a este hombre a su casa y a su cama. Las escrituras dice, Por la tarde salió a dormir en su cama, junto a los guardias de su señor; pero no descendió a su casa. (11:13).
David empezó a transpirar frio está loco incontrolable. Escribió una carta a Joab, ordenándole que pusiera a Urías en el frente de la batalla más ardiente. Entonces, cuando el enemigo surgiera, Joab debía retroceder con todas sus tropas excepto Urías. David quería que mataran a Urías.
David le entrego una carta sellada a Urías con instrucciones de entregarla a Joab. El leal Urías no lo sabía, pero su comandante en jefe acababa de entregarle su propia sentencia de muerte. Y mataron al soldado en la batalla.
Es difícil creer que un hombre piadoso y justo como David pudiera caer en tal horrible pecado. Aun hoy, con todos los reportes noticieros de violaciones, violencia y asesinatos, la historia de David sobresale como una de las peores caídas que cualquier líder hubiera tomado. ¿Por qué? Porque le sucedió a un hombre de Dios, alguien apasionado por la justicia y rectitud.
Betsabé lloro la muerte de su esposo por siete días. Entonces David la llevo al palacio, donde ella se unió a su harén de esposas ya tenía cinco. Con el tiempo, Betsabé dio a luz al bebe de David. Aun año después del asesinato, David no mostró señales de arrepentimiento por sus hechos. Al contrario, él justificó la muerte de Urías ante Joab, diciendo que Urías había muerto por fortunas de guerra: … porque la espada consume, 11:25.
Natán, el profeta era el pastor de David. Y el no tuvo temor de exponer el pecado del rey. Natán es un pastor piadoso que gime por los pecados en su congregación. Debió entristecerlo profundamente que David, un hombre a quien todos consideraban como piadoso y justo, estuviera encubriendo pecado.
Muchos preguntan ¿Cómo puedo tratar con el pecado en mi congregación? Tantas parejas se están divorciando, y otros están viviendo en adulterio. Yo sé que tengo la responsabilidad de predicarles acerca de la santidad de Dios. Pero no quiero ahuyentarlos de la iglesia, tampoco.
Yo creo que Natán nos provee con un ejemplo maravilloso de cómo un ministro piadoso expone el pecado. El no entró airado en la presencia de David, con los brazos en el aire y la voz como trueno. El no señaló la cara de David con su dedo gritándole: ¡tú eres el culpable! No, él llevó el mensaje de Dios, temible y revelador de pecado con gran sabiduría, poder persuasivo y tierna misericordia. Usó una parábola para hacerlo.
Natán dijo a David: Un hombre pobre tenía una sola corderita. Era la mascota de la casa y era amada como un miembro de la familia. Esta corderita se sentaba en la pierna de todos, buscando ser mimada. Así que el hombre la crió y alimento como uno de sus hijos. Ahora el hombre pobre tenia a un vecino rico dueño de mucho ganado. Un día el hombre rico estaba entreteniendo visita. Cuando llego la hora de cenar, mando a uno de sus sirvientes a matar un cordero. Pero le dijo al sirviente que no lo tomara de su propio rebano, sino que lo robara del vecino, lo matara, cocinara y sirviera a su visitante.
Cuando David escucho esto, se encendió. Le dijo a Natán, ¡Ese hombre rico merece la muerte! ¡Vive Jehová, que es digno de muerte el que tal hizo! Debe pagar cuatro veces el valor de la cordera, por haber hecho semejante cosa y no mostrar misericordia. 2 de S. 12:5-6.
En este momento, Natán debe tener lágrimas en los ojos. Temblando, le dijo a David: Tú eres ese hombre. … has tenido en poco la palabra de Jehová,…A Urías, el heteo, lo mataste a espada y tomaste a su esposa como mujer. 12:7, 9.
Natán le decía, David, ¿es que no entiendes? No tuviste misericordia de él. Lo mandaste a la batalla para que fuera asesinado, para apoderarte de su corderita. Te has convertido en un adultero, un asesino y un ladrón. Has tomado la Palabra de Dios ligeramente. Natán expuso cada detalle del pecado de David. Pero él no lo hizo con furia; más bien, él le habló sencillamente al rey
Ese fue el momento en que se quebrantó David. El Espíritu Santo estaba persiguiendo a David, hablando a su corazón, animándole a arrepentirse. El no pudo escapar el seguimiento misericordioso de Dios.
Natán sabía que el poderoso rey podía matarlo en cualquier momento. Había visto a David furioso en muchas ocasiones. Así que, ¿por qué Natán no dijo, Solo seré un amigo de David. Orare por él y estaré presente cuando me necesite. Tengo que confiar que el Espíritu Santo lo convencerá. ¿Qué hubiera pasado? Si Natán se hubiera callado, David hubiese caído bajo el peor juicio conocido.
El peor juicio posible es que Dios te entregue a tu pecado, que detenga todo trato del Espíritu Santo en tu vida. Sin embargo, eso es exactamente lo que está pasando con muchos cristianos hoy día. Escogieron escuchar solo predicas suaves que aseguran la carne. Donde no hay Palabra terminante, no puede haber tristeza piadosa por el pecado. Y donde no hay arrepentimiento, solo hay dureza de corazón.
Si no hubiera un Natán, David hubiese terminado como Saúl. David escuchaba la palabra amorosa pero fuerte de Natán, recordó el tiempo cuando un rey anterior fue advertido por un profeta. David había escuchado todo acerca de Samuel advirtiendo al Rey Saúl. Y él había escuchado la respuesta a medias de Saúl, confesando, He pecado. (Yo no creo que Saúl clamo desde su alma, como lo hizo David, ¡He pecado contra el Señor!).