Lucas
2:8-12 Había pastores en la misma
región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he
aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de
resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he
aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido
hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os
servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un
pesebre.
Consideremos
cómo la providencia divina se cuida de afirmar la fe. Un ángel instruye a
María, un ángel instruye a José y un ángel instruye a los pastores, de quienes
se dice: Estaban velando en aquellos contornos unos pastores.
Un
ángel se había aparecido a José en sueños. En cambio a los pastores se aparece
de una manera visible, como a hombres más ignorantes. El ángel no fue, pues, a
Jerusalén, ni buscó a los escribas y fariseos, porque estaban corruptos y
atormentados por la envidia. Pero los pastores eran sencillos, y observaban la
antigua ley de los patriarcas y de Moisés. Hay, pues, un cierto camino que
conduce la inocencia a la sabiduría.
En
todo el antiguo testamento no encontramos que los ángeles, que con tanta
frecuencia se aparecían a los patriarcas, se apareciesen rodeados de luz. Esta
gracia debía estar reservada al tiempo en que ha nacido entre las tinieblas la
luz para los de corazón recto Sal. 111, y prosigue: Y cercóles con su
resplandor una luz divina.
Sale
del seno de su Madre, pero resplandece como si estuviera en el cielo; yace en
un pesebre de la tierra, pero brilla con la luz del cielo.
Pero
se asustaron con el milagro, según lo que sigue: Lo cual los llenó de sumo temor.
Pero el ángel que les había causado aquel temor, lo disipa con alegría. Y
continúa: Pues vengo a daros una nueva de grandísimo gozo. No sólo al pueblo de
los judíos, sino a todos los pueblos.
La causa de la alegría se manifiesta en
el nuevo y admirable parto, el cual se da a conocer por los mismos nombres,
pues prosigue: Y es que hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, que
es el Cristo, o Mesías, el Señor nuestro. El primero de estos nombres, esto
es, Salvador, significa la acción, y el tercero, Señor, representa la majestad El
que se coloca en medio, a saber, Cristo, expresa la unción y no significa la
naturaleza, sino la unión hipostática. Confesamos que en Jesucristo, nuestro
Salvador, hay unción verdadera. Y no simbólica por una gracia profética (como
en otro tiempo sucedía con los reyes por el óleo), ni para llevar a término con
acierto algún asunto particular, según las palabras de Isaías 45:1. El Señor
dice esto a mi ungido Ciro. Este es llamado Cristo (aunque era idólatra), por
cumplir el decreto del cielo ocupando toda la provincia de Babilonia. Pero el
Salvador fue ungido, como hombre en la forma de siervo, por el Espíritu Santo;
y, como Dios, El unge con el Espíritu Santo a todos los que creen en El.
Manifiesta
también el tiempo en que tuvo lugar este nacimiento diciendo: Hoy; el lugar,
cuando dice: En la ciudad de David; y las señales, al añadir: Y sirva de señal,
etc. He aquí cómo los ángeles anuncian a los pastores el nacimiento del Pastor
principal, que nace y se manifiesta como un cordero en un establo.
La
infancia del Salvador se nos ha dado a conocer con frecuencia por la voz de los
ángeles y por los testimonios de los evangelistas, con el objeto de que se
grabe más profundamente en nuestros corazones lo que se ha hecho por nosotros.
Y debe notarse que la señal del nacimiento del Salvador no es la púrpura de
Tiro, sino los pobres pañales que lo envolvían; no hemos de encontrarlo en
cunas doradas, sino en pesebres.
Pero,
si a nuestra vista aparecen acaso humildes los pañales, admiremos los
conciertos de los ángeles. Si menospreciamos el pesebre, levantemos un poco la
vista y miremos esa estrella nueva en el cielo anunciando al mundo el
nacimiento del Señor. Si creemos en las cosas viles, creamos también en las
cosas admirables. Si discutimos lo que es humilde, veneremos lo que es alto y
celestial.
En
sentido místico, la aparición del ángel a los pastores cuando están despiertos
y la claridad divina que los rodeó, significan que a los que saben guiar con
solicitud su fiel rebaño, la gracia divina resplandece sobre ellos con más
abundancia.
Aquellos
pastores de rebaños representan, pues, a los doctores y directores de las almas
fieles. La noche durante la cual velaban sobre sus rebaños, representa los
peligros de las tentaciones, respecto de las cuales los pastores no deben dejar
de precaverse y vigilar a los demás que les están encomendados. Velan con mucha
razón los pastores sobre sus rebaños cuando nace el Señor, porque ha nacido
Aquel que dice: Yo soy el buen pastor Juan 10:11, y se acercaba el tiempo en
que este mismo pastor había de atraer a sus ovejas, que andaban errantes, a los
pastos de la vida eterna.
Si
profundizamos más el sentido, diremos que los ángeles eran como los pastores
encargados de conducir las cosas humanas. Y como cada uno de éstos hacía su
guardia, apareció el ángel después de nacido el Salvador y anunció a los
pastores que había nacido el verdadero Pastor. Además, antes de la venida del Salvador,
de poco podían servir a los que les estaban confiados, porque apenas alguno de
aquellos pueblos creía en Dios. Pero ahora los pueblos enteros abrazan la fe de
Jesucristo.